De la Mesa de Trabajo de Martha Beatriz- Información Nº 107- Abril de 2008
Pedro Argüelles Morán, Grupo de los 75, desde la prisión de Canaleta en la provincia de Ciego de Ávila.
Después de casi dos años de mandato provisional, el General de Ejército Raúl Castro, fue ratificado y proclamado por la unipartidista Asamblea Nacional, del llamado Poder Popular, en febrero último, como sucesor de su hermano mayor en el poder absoluto. Algo que no sorprendió a nadie, ya que el menor de los Castro, desde que se apropiaron del poder por las armas en 1959 ha sido el segundo al mando del régimen totalitario de la Habana.
A partir de la obligatoria sucesión, más formal que otra cosa, se ha venido especulando tanto fuera como dentro de la Isla, sobre posible reformas que Raúl Castro hará en el terreno económico, porque en el político y social, ¡ni hablar!.
Yo considero que sí se harán ciertas reformas, las que sean necesarias para garantizar que la vetusta nomenclatura castrista pueda continuar disfrutando de sus cuantiosos y jugosos privilegios y prebendas, que gozan a costa de la masiva dotación de obreros y campesinos que explotan para su sabroso beneficio. Porque de eso se tratan las cuasi reformas, al estilo chino o vietnamita, y que son urgentes y necesarias, pero no para los aplastados intereses de los ciudadanos de a pie, sino para que la jerarquía comunista prosigan a sus anchas, viviendo como la rancia aristocracia que son, mientras los de la plebe sigan malviviendo en el socialismo real: miseria material y espiritual; y los amos y señores en un lujoso capitalismo de estado, rebosante de bienes y placeres de todo tipo.
Además, las posibles reformas se hacen imprescindibles, debido a que en los difíciles años del denominado período especial, “crisis económica”, la gran ubre de la que succiona .sin racionamiento y sin miseria- la casta gobernante, se ha ido reduciendo y su leche no es de buena calidad, y eso no es conveniente para la élite del poder castrista, porque entonces ¿qué es lo que va a defender la nomenclatura consumidora? ¿por qué va a luchar la casta acomodada y derrochadora?.
Por todo lo anterior, no tenemos otra alternativa, los que aspiramos a vivir en una nueva Cuba que sea de todos, con todos y para el bien de todos, que continuar adelante, siempre adelante con nuestra noble y justa lucha civilista, hasta alcanzar la tan añorada y sufrida transición democrática, hacia el auténtico Estado de Derecho.
Después de casi dos años de mandato provisional, el General de Ejército Raúl Castro, fue ratificado y proclamado por la unipartidista Asamblea Nacional, del llamado Poder Popular, en febrero último, como sucesor de su hermano mayor en el poder absoluto. Algo que no sorprendió a nadie, ya que el menor de los Castro, desde que se apropiaron del poder por las armas en 1959 ha sido el segundo al mando del régimen totalitario de la Habana.
A partir de la obligatoria sucesión, más formal que otra cosa, se ha venido especulando tanto fuera como dentro de la Isla, sobre posible reformas que Raúl Castro hará en el terreno económico, porque en el político y social, ¡ni hablar!.
Yo considero que sí se harán ciertas reformas, las que sean necesarias para garantizar que la vetusta nomenclatura castrista pueda continuar disfrutando de sus cuantiosos y jugosos privilegios y prebendas, que gozan a costa de la masiva dotación de obreros y campesinos que explotan para su sabroso beneficio. Porque de eso se tratan las cuasi reformas, al estilo chino o vietnamita, y que son urgentes y necesarias, pero no para los aplastados intereses de los ciudadanos de a pie, sino para que la jerarquía comunista prosigan a sus anchas, viviendo como la rancia aristocracia que son, mientras los de la plebe sigan malviviendo en el socialismo real: miseria material y espiritual; y los amos y señores en un lujoso capitalismo de estado, rebosante de bienes y placeres de todo tipo.
Además, las posibles reformas se hacen imprescindibles, debido a que en los difíciles años del denominado período especial, “crisis económica”, la gran ubre de la que succiona .sin racionamiento y sin miseria- la casta gobernante, se ha ido reduciendo y su leche no es de buena calidad, y eso no es conveniente para la élite del poder castrista, porque entonces ¿qué es lo que va a defender la nomenclatura consumidora? ¿por qué va a luchar la casta acomodada y derrochadora?.
Por todo lo anterior, no tenemos otra alternativa, los que aspiramos a vivir en una nueva Cuba que sea de todos, con todos y para el bien de todos, que continuar adelante, siempre adelante con nuestra noble y justa lucha civilista, hasta alcanzar la tan añorada y sufrida transición democrática, hacia el auténtico Estado de Derecho.