Un artículo de Pablo Pacheco Ávila, del Grupo de los 75, desde la prisión de Morón, provincia de Ciego de Ávila.
“Viste Abreu, ya Olga tiene un celular”, frases como ésta se escuchan en los barrios de la Cuba actual, según me confesó un familiar cercano, a raíz de la venta de los teléfonos celulares. Parece una locura, pero es real, algunos hasta se pellizcan para asegurarse de que no están soñando, y no olvidemos que este medio comunicativo se inventó hace más de 30 años.
Personalmente, confieso que nunca he salido fuera de nuestras fronteras y no me avergüenzo, como tampoco deben avergonzarse la mayoría de mis paisanos. ¡Claro!, cuando busquemos un culpable, todos dirán: “El gobierno que nos controla, hasta lo inimaginable”. Esta es la principal razón de tanto alboroto por tener un móvil.
Felizmente, el mundo de la tecnología nos abre una pequeña brecha y no podemos dejar de aprovecharla. Nadie, absolutamente nadie, puede ir en contra del desarrollo, porque el mismo es obra de Dios y en su contra nada fructifica, pero ojo, debemos tener cuidado, al máximo. Ahora más que nunca la envidia tendrá un espacio y los informantes de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), tendrán un control férreo sobre los afortunados en poder poseer un celular.
Aunque estoy en prisión, sigo convencido que será una minoría la que se sume a: los deportistas, músicos, funcionarios de alto nivel, a los militares con rango de oficiales; ya claro, la élite citada es bien escogida. Además de los hombres de negocios en el mercado negro, y unos pocos que tengan FE, familiares en el extranjero.
Nadie, nadie, absolutamente nadie, será capaz de cuestionarme, que el cubano de a pie, ese que lleva sobre sus hombros el peso de la economía: los obreros, campesinos, constructores entre otros, y que decir de los maestros, enfermeros, médicos –sin misiones- otros más, no podrán ni soñar con un pequeño celular, tendrán que acostumbrarse al estribillo de la canción de Rubén Blades: “Con el salario que a mi me pagan no voy a arriesgar la vida que Dios me diera.” Las cosas más extrañas ocurren en este país.
Imaginémonos en algún punto del Amazona, o en una excursión en el monte Everest; mejor, en un barco pesquero en el medio del Atlántico, hasta en cualquier lugar del continente más pobre: África. Señores, si no tienen un celular están perdidos. Este maravilloso medio de comunicación es imprescindible, y ahora es que los cubanos tenemos derecho –legal- a poseerlo.
Para finalizar, debo destacar que los trámites tampoco son de mi agrado, pues: ¿cómo voy a pagar por un servicio sin antes recibirlo? Saben que esto demuestra que, verdaderamente, no es el celular un lujo, sino una necesidad.