La Habana, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -La etimología de la palabra sueño proviene del latín somnum; y en su quinta acepción en el diccionario Larousse, significa: Lo que carece de realidad o fundamento, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse.
No son pocas las personas que en Cuba viven de sueños y uno de los más inalcanzables es el poder tener una vivienda. Algo que se ha hecho imposible para la mayor parte de la población.
Durante más de 50 años se ha utilizado el método de la permuta, que podía ir acompañado, por debajo de la mesa de negociaciones, de algún dinero, al que se le dio por llamar “vuelto”. También los funcionarios de la desaparecida Dirección de la Vivienda -antes nombrada Reforma Urbana- practicaban de forma general la corrupción, porque los procedimientos para llevar a cabo este tipo de salida a la necesidad de vivienda, eran extremadamente complejos e incluían la posibilidad de no hacer el cambio por problemas de capacidad, número de habitantes, municipio, etc., algo que permitía hacer cobros extras a los funcionarios para que se pudiera llevar a cabo la transacción.
Con la modificación de la Ley de la Vivienda y la eliminación de las oficinas destinadas a controlar cualquier movimiento, han surgido nuevos corruptos, como por ejemplo el “arquitecto de la comunidad”, los notarios, los funcionarios del Registro de la Propiedad; lo que indica que siempre se le da una vuelta a la rosca para permitir que la gente “viva”.
La “modificación” no ha sido la solución que necesita el país, ya que el fondo habitacional está muy por debajo de la necesidad social, ha crecido la población pero no lo ha hecho el número de viviendas, por el contrario la falta de mantenimiento y la desidia que el régimen ha tenido como premisa durante todos estos años, ha hecho que se reduzcan considerablemente los habitáculos y que muchos se deterioren sin solución.
Simplemente habría que echar una mirada a las cifras que la propia jerarquía gubernamental ha proporcionado con respecto a las viviendas destruidas por el paso del huracán Sandy por el oriente del país; en la provincia de Santiago de Cuba –solamente- se dañaron más de 132 mil viviendas y de ellas unas 15 mil caídas completamente. No se han ofrecido los cómputos totales, porque incluso en las provincias centrales las lluvias también hicieron lo suyo.
¿A dónde van a parar los sin techo? ¿El régimen les ofrecerá un lugar para vivir? La respuesta es bien conocida, irán donde ellos puedan y no habrá solución para sus desgracias. Independientemente de toda la propaganda que están llevando a cabo los medios, explicando que nadie quedará desamparado, la realidad es otra; en el país existen miles de personas que fueron afectadas por diferentes eventos meteorológicos durante todos estos años, que no han visto ninguna solución para sus problemas de vivienda. De igual forma otros cientos de miles han visto con gran dolor que con el paso del tiempo sus hogares se fueron destruyendo poco a poco, sin poder hacer algo para solucionarlo, y los municipios más poblados parecen plazas bombardeadas.
Sin embargo, el régimen –con su habitual comportamiento prepotente- no quiere aceptar la ayuda de los que pretenden cooperar con los damnificados, usando calificativos que son los mismos de siempre, e incluso amenazando con juzgar por fraude a aquellas personas que osen reunir fondos para los necesitados.
Todo el que piense que tendrá una casa decorosa para vivir, construida por el Estado “Todopoderoso y Benefactor”, se quedará solamente con el deseo y la ilusión halagüeña de que esto pueda suceder. No pasará de ser un sueño.