Lunes, 20 de Agosto de 2012 00:36
La producción es la suma de los productos que se obtienen del suelo o de la industria. Existe una producción potencial, que coincide con el mayor nivel que puede alcanzarse, si todos los elementos que intervienen en el proceso fueran óptimos. Como regla en la economía, en épocas de recesión, las empresas producen por debajo de su potencial.
Por su parte la productividad es la relación que existe entre lo producido y los medios empleados para ello, tales como mano de obra, materiales, energía, etc. Una de las claves del éxito de una empresa reside en saber incrementar la productividad. Pero para ello es preciso tener en cuenta el rendimiento total de la actividad productiva de los factores, y no sólo la productividad del trabajo.
Por lo común –en el capitalismo- se vincula el crecimiento de los salarios a las mejoras en la productividad. Muchas empresas utilizan un sistema de pagos en función del trabajo realizado, de forma que parte del salario depende del rendimiento de cada trabajador. También es frecuente que la empresa que está negociando los salarios con los trabajadores asegure que la subida salarial sólo será posible si se produce un incremento de la producción; ésta es una forma de amenazar con una reducción de personal o plantilla si la subida salarial no va acompañada de un aumento de la productividad.
Estos métodos quieren ser aplicados por el régimen, pero con una base o sistema económico totalmente ineficiente, lo que hace que no se lleve a cabo el aumento de la producción, algo tan necesario para que se reproduzcan las condiciones de vida del país, donde se ha acostumbrado a producir por debajo del potencial, aunque no se esté en recesión.
Como condición indispensable para aumentar los salarios, está el incremento de la producción y la productividad, según expresó Raúl Castro en el discurso de clausura del IX Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La solución a los graves problemas económicos y sociales que tiene el país está en manos de los trabajadores; el régimen después de 53 años de ineficiencia y de locuras en la concepción de la producción, que incluyen el cese de la industria azucarera, se considera –irresponsablemente- no garante de la situación.
Fidel Castro, en su alegato de defensa en el juicio del "Asalto al Cuartel Moncada", al que denominó La Historia me Absolverá, estaba considerando la necesidad de incrementar y diversificar las producciones del país, cuando dijo:
"Salvo unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles. Cuba sigue siendo una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos, se exportan cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados... Todo el mundo está de acuerdo en que la necesidad de industrializar el país es urgente, que hacen falta industrias metalúrgicas, industrias de papel, industrias químicas, que hay que mejorar las crías, los cultivos, la técnica y la elaboración de nuestras industrias alimenticias para que puedan resistir la competencia ruinosa que hacen las industrias europeas de queso, leche condensada, licores y aceites y las de conservas norteamericanas que necesitamos barcos mercantes que el turismo podría ser una enorme fuente de riquezas; pero los poseedores del capital exigen que los obreros pasen bajo las horcas caudinas, el Estado se cruza de brazos y la industrialización espera por las calendas griegas".
Sin embargo, esto quedó solo escrito, porque en todos estos años de dictadura de hacer experimentos con las industrias; de dejar de mejorar crías de cualquier tipo de ganado; de falta de diversificación de los cultivos; de "desterrar" de la mesa del cubano cualquier producto del mar; de acabar con la leche, garantizándola solamente para los menores de 7 años; se puede afirmar que el Estado se cruza de brazos y la industrialización ni siquiera espera por las calendas griegas: no tiene ninguna perspectiva.