La Víbora, La Habana (PD) El cubano promedio tiene un grave problema para sentarse en la mesa a comer, al menos una vez al día, ya que el dinero no alcanza para poder enfrentar esta situación durante un mes completo. Pero desde el pasado año 2011, también se ha complicado más la situación, los precios de los alimentos crecieron en aproximadamente el 20 %, entre otros motivos porque el régimen –a pesar de sus muy fanfarroneados cambios en la agricultura- no consiguió incrementar la producción.
Desde el punto de vista económico esto implica que el pueblo cubano se enfrenta a un proceso de inflación, que al igual que las enfermedades, muestra diferentes niveles de gravedad; en este caso, con un estancamiento de la producción, lo que se conoce por "estanflación".
Se ha anunciado oficialmente que el pasado año disminuyeron los volúmenes comercializados de productos agropecuarios, con un decrecimiento –en cifras relativas- del 0,8% en las ventas totales, lo que implica 18 mil toneladas menos de productos agrícolas que en el año 2010, para ambos mercados, el estatal y el de oferta y demanda, conocidos por sus siglas MAE y MAOD. Pero, en particular el Estado, dejó de vender 64,2 mil toneladas, lo que implica que el otro mercado se hizo cargo de asumir esta diferencia de realización, con la diferencia de precios que se conoce, ya que se supone que la mayor parte de las ventas – el 74,9%- está concentrada en la distribución de los productores oficiales.
La historia señala que las perturbaciones en la oferta producen una subida de los precios, seguidas de una reducción de la producción y de un aumento del desempleo, a pesar de que en Cuba exista –prácticamente- un solo empleador, el Estado todopoderoso, pues el cuentapropismo no representa una solución para los problemas de la creación de fuentes de trabajo, debido a que sus posibilidades son muy limitadas.
¿Cómo se puede hacer frente a la combinación de una reducción de la producción y una subida de los precios? Esto es algo que se ve reflejado en el bolsillo de las personas, que no se llena con facilidad, pero que se vacía muy rápidamente.
El régimen, en su retórica diaria, ha planteado la necesidad para este año de incrementar la producción agropecuaria, por la necesidad de recaudar más mediante su comercialización. Pero la realidad puede ser otra: si no hay presencia de productos en el mercado, los precios seguirán subiendo de forma disparada.
Un ejemplo de ello es la papa. Este tubérculo que es tan importante en la cocina diaria, se perdió del mercado antes de la fecha de años atrás, porque se decidió liberar su venta de la libreta de racionamiento. Las reservas en frigoríficos se esfumaron. En estos momentos el mercado subterráneo es el único que tiene este producto, a precios que no están al alcance de los trabajadores. Una bolsa con 2 kilogramos de papa se vende a 5 cuc (pesos cubanos convertibles), que en moneda nacional (cup) son 125 pesos.
También puede relatarse que cuando la producción estatal de ají todavía no había llegado a los mercados, una unidad –del tipo pimiento- llegó a tener un precio de 8 pesos moneda nacional.
A través de los llamados "cambios" para mejorar el socialismo y pretender reformar la estancada economía, la necesidad de aumentar la producción agrícola ha sido una de las cuestiones más socorridas. Se ha propuesto el arrendamiento de tierras estatales improductivas a agricultores privados y se ha permitido alguna flexibilización en la posibilidad de cultivar y vender sus productos. Sin embargo, no ha sido suficiente, porque el apoyo que se busca en el incipiente sector privado no es proporcional a las necesidades alimentarias que tiene el país, por lo que esto ha tendido al fracaso.
Todo lo antes expuesto, permite asegurar que un estimado de 7 millones de cubanos -que viven estrictamente de su salario- pasa hambre durante los últimos 7 a 10 días de cada mes, en los que comer se convierte en un problema. Y es que los alimentos que se pueden adquirir por la libreta de racionamiento duran -tal vez- menos de 15 días para un núcleo promedio; transcurrido este tiempo, la familia debe gastar hasta lo último de sus ingresos en comprar alimentos en los mercados, pero con el déficit de producción estatal, la mayor parte de éstos se adquieren en los MAOD, a precios elevados, lo que les permitirá alimentarse otros siete u ocho días.
Las perspectivas para el año en curso no son muy halagüeñas, porque mientras que no se realicen cambios reales en el modo de producción, se mantendrán los problemas y llegará un momento en que se hará completamente imposible adquirir algunos alimentos, en particular la carne de puerco, que es la proteína que se ingiere, casi como un lujo en los hogares cubanos.
La economista cubana Martha Beatriz Roque Cabello es fundadora del Instituto de Economistas Independientes de Cuba y líder de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Martha Beatríz Roque fue arrestada por segunda vez durante la más reciente ola represiva desatada por el régimen castrista en marzo del 2003 y fue la única mujer condenada a 20 años de prisión y confinada a la Prisión de Mujeres “Manto Negro” en La Habana, en una celda aislada de máxima seguridad. Después de meses sin recibir asistencia médica para sus problemas de salud incluyendo mareos, parálisis en el lado izquierdo del cuerpo, dolores en el pecho, desorientación, vómitos, diarrea, y sangramientos por la nariz y gracias a la presión internacional, fue finalmente transferida al Hospital Militar Carlos J. Finlay en La Habana en agosto del 2003, donde le diagnosticaron diabetes, y otros problemas. Finalmente fue liberada mediante un alta médica el 22 de julio de 2004 . Actualmente vive en su domicilio con "Licencia extrapenal por motivos de salud", pero sobre ella continúa vigente la condena de 20 años de prisión.Este Blog ha sido creado para publicar toda la información, artículos, denuncias y reflexiones que a riesgo de su propia vida siguen saliendo desde su mesa de trabajo en La Habana- Cuba.
Desde el punto de vista económico esto implica que el pueblo cubano se enfrenta a un proceso de inflación, que al igual que las enfermedades, muestra diferentes niveles de gravedad; en este caso, con un estancamiento de la producción, lo que se conoce por "estanflación".
Se ha anunciado oficialmente que el pasado año disminuyeron los volúmenes comercializados de productos agropecuarios, con un decrecimiento –en cifras relativas- del 0,8% en las ventas totales, lo que implica 18 mil toneladas menos de productos agrícolas que en el año 2010, para ambos mercados, el estatal y el de oferta y demanda, conocidos por sus siglas MAE y MAOD. Pero, en particular el Estado, dejó de vender 64,2 mil toneladas, lo que implica que el otro mercado se hizo cargo de asumir esta diferencia de realización, con la diferencia de precios que se conoce, ya que se supone que la mayor parte de las ventas – el 74,9%- está concentrada en la distribución de los productores oficiales.
La historia señala que las perturbaciones en la oferta producen una subida de los precios, seguidas de una reducción de la producción y de un aumento del desempleo, a pesar de que en Cuba exista –prácticamente- un solo empleador, el Estado todopoderoso, pues el cuentapropismo no representa una solución para los problemas de la creación de fuentes de trabajo, debido a que sus posibilidades son muy limitadas.
¿Cómo se puede hacer frente a la combinación de una reducción de la producción y una subida de los precios? Esto es algo que se ve reflejado en el bolsillo de las personas, que no se llena con facilidad, pero que se vacía muy rápidamente.
El régimen, en su retórica diaria, ha planteado la necesidad para este año de incrementar la producción agropecuaria, por la necesidad de recaudar más mediante su comercialización. Pero la realidad puede ser otra: si no hay presencia de productos en el mercado, los precios seguirán subiendo de forma disparada.
Un ejemplo de ello es la papa. Este tubérculo que es tan importante en la cocina diaria, se perdió del mercado antes de la fecha de años atrás, porque se decidió liberar su venta de la libreta de racionamiento. Las reservas en frigoríficos se esfumaron. En estos momentos el mercado subterráneo es el único que tiene este producto, a precios que no están al alcance de los trabajadores. Una bolsa con 2 kilogramos de papa se vende a 5 cuc (pesos cubanos convertibles), que en moneda nacional (cup) son 125 pesos.
También puede relatarse que cuando la producción estatal de ají todavía no había llegado a los mercados, una unidad –del tipo pimiento- llegó a tener un precio de 8 pesos moneda nacional.
A través de los llamados "cambios" para mejorar el socialismo y pretender reformar la estancada economía, la necesidad de aumentar la producción agrícola ha sido una de las cuestiones más socorridas. Se ha propuesto el arrendamiento de tierras estatales improductivas a agricultores privados y se ha permitido alguna flexibilización en la posibilidad de cultivar y vender sus productos. Sin embargo, no ha sido suficiente, porque el apoyo que se busca en el incipiente sector privado no es proporcional a las necesidades alimentarias que tiene el país, por lo que esto ha tendido al fracaso.
Todo lo antes expuesto, permite asegurar que un estimado de 7 millones de cubanos -que viven estrictamente de su salario- pasa hambre durante los últimos 7 a 10 días de cada mes, en los que comer se convierte en un problema. Y es que los alimentos que se pueden adquirir por la libreta de racionamiento duran -tal vez- menos de 15 días para un núcleo promedio; transcurrido este tiempo, la familia debe gastar hasta lo último de sus ingresos en comprar alimentos en los mercados, pero con el déficit de producción estatal, la mayor parte de éstos se adquieren en los MAOD, a precios elevados, lo que les permitirá alimentarse otros siete u ocho días.
Las perspectivas para el año en curso no son muy halagüeñas, porque mientras que no se realicen cambios reales en el modo de producción, se mantendrán los problemas y llegará un momento en que se hará completamente imposible adquirir algunos alimentos, en particular la carne de puerco, que es la proteína que se ingiere, casi como un lujo en los hogares cubanos.