En Santiago de las Vegas, municipio Boyeros, existen dos zonas insalubres; “El Rancho” y “Jalisco”, con una población aproximada de 900 personas. Entre ellos hay varios impedidos físicos, que para trasladarse deben usar un sillón de ruedas.
El terraplén conocido como 18, limitado por las calles 9 y 1, constituye “El Rancho”, separado por un pueste, el caserío de “Jalisco” se extiende por la calle Final unos 500 metros. La calle 18 es de tierra y piedra y está llena de huecos, cuando llueve ni las personas sin impedimentos pueden transitar, ya que no ha ni aceras. Muchas de las viviendas tienen el techo en muy malas condiciones.
Como esta comunidad ha sido resultado del asentamiento de personas con necesidad de vivienda, a través de los años, el suministro de agua potable es irregular, lo obtienen por mangueras “inventadas” por los vecinos de la zona y pasan hasta 10 días sin que llegue el agua a las viviendas. El alumbrado eléctrico consiste solo en un poste, con un bombillo en la esquina de 18 y 9.
De todo esto está impuesto el Gobierno Municipal y el Partido a ese nivel. Hasta el momento no han dado solución. El 20% de descuento a los dólares que se cambian en Cuba, según el Gobierno se redistribuye entre los más necesitados, pero aquí no ha llegado. Dos vecinos decidieron convertir esta narración en su testimonio, ellos son: Ernesto Díaz Silva (impedido físico) y Marilyn Rodríguez Hernández.
En la Calzada de 10 de Octubre, entre las Calles Acosta y O'Reilly, Víbora, municipio 10 de Octubre, Ciudad Habana, hay una casa de madera que tiene el portal en muy malas condiciones. Es ahí donde tienen su parada las rutas de ómnibus que transitan por esta Avenida, tales como P-6, P-8, P-9 y otras.
Los peatones se meten debajo de ese portal para esperar el ómnibus, sin siquiera meditar que en cualquier momento hay un derrumbe.
El dueño de la casa comentó que él sabe lo malo que está ese techo, pero que no le prohíbe a nadie que se guarezca en el portal. Manifestó: “Sé que cuando ocurra un accidente lamentable, no aparecerá el culpable”.
Los peatones se meten debajo de ese portal para esperar el ómnibus, sin siquiera meditar que en cualquier momento hay un derrumbe.
El dueño de la casa comentó que él sabe lo malo que está ese techo, pero que no le prohíbe a nadie que se guarezca en el portal. Manifestó: “Sé que cuando ocurra un accidente lamentable, no aparecerá el culpable”.
Foto de la casa y las personas esperando el ómnibus