Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) Uno de los lemas más usados por el régimen es el de preservar la legalidad, lo que pasa que una cosa es lo que se dice y otra la que se hace. Ejemplos hay muchos de que no hay el menor interés en que se cumpla lo que está establecido.
Bastaría mencionar el caso de la activista de Derechos Humanos, Sonia Garro a la cual no se le ha celebrado juicio.
No obstante, a pesar de que con la oposición interna existen múltiples violaciones de la legalidad, cuando se les arresta, se les incauta cualquier medio sin documento, se les registra la casa sin orden o más transgresivo aún, se les golpea; también con la sociedad se cometen diariamente estas faltas, que ha hecho que el país sea un estado sin derecho.
Recientemente, la Gaceta Oficial de la República publicó toda una serie de regulaciones y medidas sobre el trabajo por cuenta propia y el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros emitió una Nota Informativa ratificándolas, lo que ha traído un gran descontento entre los particulares y también en el pueblo en general.
Se dio a conocer la ilegalidad de la venta -por parte de los cuentapropistas- de artículos importados o la reventa de los adquiridos en la red comercial estatal, algo que ha venido sucediendo durante todos estos años y que nunca ha sido frenado, ni tan siquiera multado por los inspectores; lo que implica que hasta el momento de salir las nuevas regulaciones se estaba tolerando. Cabría preguntarse ¿por qué? Las respuestas pueden ser muchas, pero lo que sí no tiene dudas es que el Estado estaba perfectamente impuesto de que esto sucedía, hay quienes aseguran que el comercio minorista oficial no pudo soportar la competencia.
De hecho, los grandes baches productivos que han traído como consecuencia el desabastecimiento de alguna mercancía a nivel nacional, han tenido una respuesta entre los privados, que lo venden a mayores precios. Solo por mencionar uno, están las frazadas de piso, que tienen un precio oficial de 90 centavos de cuc (peso cubano convertible) y por varios meses no se encontraban en el mercado, llegaron a alcanzar un valor de 40 pesos cup, que es un equivalente en divisas a 1,67, lo que implica que su costo se vio aumentado en 76 centavos de cuc, un 85% por encima, prácticamente el doble.
¿Podría el régimen afirmar que la Contralora General de la República y todos los funcionarios que trabajan en esa institución, más los miles de inspectores estatales de diferentes ministerios, desconocían lo que estaba sucediendo? ¿Quién abasteció de este producto a los privados? Se puede afirmar –sin equivocarse- que los mismos almacenes que recibían las pequeñas producciones o que tenían remanentes, porque las tiendas minoristas carecían de frazadas de piso.
Pero –recientemente- hubo una situación parecida con los culeros para niños. El propio periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó una foto de las revendedoras delante de la tienda La Época, sita en Neptuno esquina a Galiano, en el municipio Centro Habana, pero nada les pasó, seguían en el lugar pregonando que tenían culeros de todas las tallas. ¿Cómo es posible esto? Porque hay que tener un financiamiento elevado para poder comprar y guardar, que seguramente no proviene de los bolsillos de ninguna de las que vendían, sino de un personaje central capaz de abastecer todos los puntos de venta en varias calles de la localidad.
Alguien que se interesara en el problema no se encontró, porque para las autoridades hubiera sido fácil llegar a través del hilo de los vendedores al proveedor, que no puede estar muy lejos de la gerencia de la tienda.
La ilegalidad se dejó nacer, crecer y desarrollar, por consiguiente será muy difícil extirparla, porque siempre habrá una metástasis que en cualquier momento la reproduce.