Febrero es el segundo mes del calendario, con 28 días en años ordinarios y uno más en años bisiestos, trae consigo el día 14, la celebración de San Valentín, la fiesta de los enamorados.
En Cuba se acostumbraba a celebrar este día y como escribió el filósofo escocés David Hume: “La costumbre constituye la guía fundamental de la vida humana, por lo que es importante tomarla como guía para comprender el alma de un país y de sus gentes”. Si se aplica el pensamiento de este investigador escéptico, a lo que está sucediendo en estos momentos en la Isla, se podría afirmar que el alma de los cubanos ha cambiado.
Pero ¿este cambio ha sido deseado o impuesto? La respuesta está dada por la realidad objetiva que vive la sociedad cubana; toda llena de necesidades acumuladas y de desesperanzas.
La tristeza que hubo en el pueblo para celebrar esta festividad, permite pensar- quizás a los que no conozcan lo que está pasando en nuestra sociedad- que el ciudadano promedio ha perdido los sentimientos de solidaridad y amor al prójimo, que los caracterizaban, incumpliendo así lo que está escrito en el Nuevo Testamento y que fue dicho por Jesucristo, como un mandamiento a todos los que profesan su fe.
Los regalos brillaron por su ausencia, pero también los saludos de felicitación, en vez de sentirse alegres las personas por lo que significa el día, se podía inhalar la congoja. Y no es porque suceda lo que en algunos lugares en el mundo, que el día de San Valentín se puede recordar con eventos desagradables, por ejemplo: la ciudad de Chicago en Estados Unidos de América, durante la época de la Ley Seca (1920-1933) -donde el contrabando de licores traía el enfrentamiento entre bandas mafiosas-tuvo este día del año 1929, una horrible matanza, protagonizada por la figura del gánster Al Capone.
Aquí lo que ocurre tiene que ver con los recuerdos, principalmente, para dos de las actuales generaciones; pero no con los malos, si no con los buenos recuerdos, que algunos piensan que no volverán.
Ni siquiera se imprimieron y anunciaron para su venta las tarjetas alegóricas a la fecha. El regalo de flores, a la usanza antigua, en estos momentos se hace costoso, fuera de los niveles de vida promedio. ¿Y que decir de comprar algo en las tiendas de divisas?, donde los precios son inalcanzables para cualquier ciudadano que no reciba ayuda de sus familiares en el exterior, y aún a veces para éstos.
En síntesis, las muestras de cariño plasmadas en un regalo o una simple postal, tendieron a cero. De hecho, las tiendas no estuvieron engalanadas para la celebración.
Si algo tiene que recobrar la nación cubana, además de la libertad, en todos los sentidos, es su identidad y todas aquellas tradiciones que se han perdido o que de una forma u otra le han sido arrebatadas. Algunas de ellas se han transformado en acciones de mal gusto, que solo se realizan para ostentar ante los que nada tienen. Verbigracia, los matrimonios con extranjeros, en los que los novios se pasean por la ciudad, en autos convertibles antiguos, engalanados al efecto con globos y cintas; haciendo todo el ruido posible para llamar la atención. O las fiestas de quince años, de las hijas de papá, que también llevan una cordillera de carros, a veces coco taxis (una imitación de un coco, techando una moto), en las que van sentadas las catorce parejas que acompañan a la homenajeada.
Estos son algunos de los actos festivos de los nuevos ricos, formados sobre los hombros de una sociedad que sufre todos los males que le han sido impuestos, para mantener un gobierno totalitario en el poder.
En Chile, hay un cerro que lleva por nombre San Valentín, perteneciente a los Andes patagónicos. Es el monte más alto de la región, con 4058 metros de altitud. El monte o ventisquero San Valentín pertenece al Parque Nacional Laguna de San Rafael, en donde se presenta un clima frío. Es un gran potencial turístico.
Como el párrafo anterior no tiene nada que ver con el tema central de la historia contada en este artículo, los lectores podrían pensar que se quiere convertir en una “Irreflexión”, trayendo algo por los pelos a colación, o como dice el refrán: “cambiando de palo para rumba”. Pero como ese no es el objetivo, y cualquier semejanza es pura coincidencia; es necesario continuar con el texto.
Pasarán algunos años después de que llegue el momento de la transición, para recuperar todo lo perdido. Según los acontecimientos que se suscitan en el interior del país, cada vez este lapso de tiempo, se acorta, y se ve más cerca. No importa la imagen de relaciones internacionales que quiera mostrar el gobierno, todo eso no es más que coloretes en una dama antigua.
Esperemos que lo que reza en el estribillo de una canción, que fue muy popular en el pasado reciente, y dice: “nadie quiere a nadie, se acabó el querer”, no sea más que producto de la situación por la que está atravesando nuestra apesadumbrada sociedad, porque el cubano siempre ha tenido mucho amor para dar.
Ciudad de La Habana, 15 de febrero de 2009.