LA HABANA, Cuba.- La acepción del verbo intransitivo retroceder es volver hacia atrás, detenerse ante un peligro u obstáculo; y a pesar que el régimen dictatorial cubano ha dicho —de forma oficial— que las medidas referidas al trabajo por cuenta propia, adoptadas en la Resolución 22/17 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria No.31 del pasado 1ro de agosto no significan una marcha atrás, quizás acepten que es un estancamiento.
Lo cierto es que muchas personas recuerdan operativos policiales masivos, tales como “Pitirre en el Alambre”, “Los Macetas” y “El Mercado Agropecuario”, en contra del “enriquecimiento indebido” que estaban acompañados de la incautación de casas, autos, tractores, terrenos y otros muchos bienes personales. Contrario a cualquier análisis económico que admite como la base de desarrollo de un país, la creación de riquezas, aquí no se pueden acumular ni fortunas, ni propiedades; con la única excepción de los que regentan el país y sus familiares. Dirigidas a que no se prospere, son estas nuevas regulaciones al trabajo privado.
Hay aprobadas 201 denominaciones de actividades que pueden ejercerse por cuenta propia; pero que no demandan fuerza de trabajo calificada, que han llevado al 12% de la población económicamente activa (PEA) a formar parte de un incipiente sector privado que pone dentro del contexto del “socialismo irrevocable”, una prueba absoluta de cómo desarrollar la economía. Aunque se dice que todo esto es un experimento, porque la propiedad privada es anticonstitucional, y la costumbre de violar sus propias leyes ha hecho que las autoridades gubernamentales se refieran a estas actividades como ensayos, lo que nunca han explicado es cuántos años más continuarán haciendo pruebas.
Aunque la economía cubana se puede comparar con un volcán que en cualquier momento puede entrar en erupción, el Estado busca más problemas de los que ya tiene, con las nuevas medidas que ha tomado para los cuentapropistas. La tan difundida reforma económica no ha llevado al país por el ansiado camino del desarrollo y lo poco que se considera viable están tratando de restringirlo. Cualquier analista se atrevería a asegurar que en el corto plazo habrá una reacción al respecto.
De todos son conocidas las modificaciones que se han hecho, pero las declaraciones de Marta Elena Peitó Cabrera, viceministra primera de Trabajo y Seguridad Social, se salen de lo común y están llenas de cinismo, cuando afirma: “La más reciente evaluación al desempeño de este sector permitió comprobar, entre otros elementos, que se utilizan materias primas, materiales y equipos de procedencia ilícita”. ¿Cómo es posible volver a descubrir Las Américas? Si el único importador es el Estado y no les vende a los trabajadores lo necesario para producir: ¿de dónde van a sacarlo? Se sabe que, de la receptación, que proviene de las ventas de los que les roban a las empresas estatales y de los dirigentes corruptos que negocian con los particulares; pero todo ello siempre ha sido con el beneplácito del régimen que lo permite para que la gente esté entretenida en solucionar su nivel de vida y se despreocupe de la política.
Para los que piensan que se realizarán nuevas autorizaciones cuando concluya el llamado “perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia”, habría que recordarles que este es el país del “nunca jamás”. Hemos pasado por eso mismo muchas veces y lo que se queda pendiente acostumbra a olvidarse.
Dentro de las medidas anunciadas, parece demasiado tomada por los pelos la que plantea que los cuentapropistas solo podrán salir del país por espacio de tres meses, remitiendo esta decisión al hecho de que está en correspondencia con lo que se les aplica a los trabajadores del sector estatal. Sin embargo, la realidad es que algunos cubanos que ya se han hecho residentes en el exterior han decidido poner negocios y que los controlen sus familiares y otros se van a vivir afuera para disfrutar de las ganancias de sus actividades privadas en el país, algo que quiere suprimir la gerontocracia.
Sin embargo, dentro de los que más les molestan están los transportistas y en particular “los boteros”, a los que desde meses atrás les han declarado la guerra; pero no han podido acabar con ellos incluso tratando de poner al pueblo en su contra. Hace unos días el espacio “Cuba Dice”, que se transmite por el Noticiero Nacional de Televisión en su horario estelar de las 8:00 p.m., tuvo como tema “el somatón”, y las múltiples opiniones que habían de cómo era posible que los boteros con los autos tan viejos pasaran las restricciones técnicas de estos equipos. Conociendo el actuar del régimen esto quiere decir que ni pagando 50 CUC “por la izquierda”, como se hace en estos momentos, algunos carros pasarán este control técnico.
Es por eso que se les han propuesto trabajar para una empresa estatal, lo que implicaría poner sus autos a disposición de esta entidad oficial, y como “premio” se les cobraría la gasolina a precios regulados, cuando fuera posible. No obstante, como siempre, tienen sobre sí la amenaza que al crear esta empresa una ruta —que se conoce como línea— los privados no podrán recoger pasaje (botear) en ese trayecto.
A un grupo de cuentapropistas, que en estos momentos tienen los mayores ingresos, entre ellos los arrendadores de vivienda, servicios constructivos y gastronómicos en paladares y bares; así como para los ya mencionados transportistas (estos últimos solo en La Habana), se les comenzará a exigir la creación de una cuenta bancaria con trascendencia fiscal, en la cual se deben ir reflejando las operaciones de ingresos y gastos relacionadas con la actividad que ejercen y que estará a la disposición del control y la verificación de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT).
Como se puede imaginar, todas estas modificaciones trascenderán al turismo, que en estos momentos se destaca como una de las fuentes que más divisas aporta al país; pero al régimen solo le interesa controlar la economía, para a través de ella poder también dominar la política. No obstante, en esta ocasión hay muchos intereses que se están viendo afectados; habría que esperar para ver hasta dónde los nuevos estratos sociales que se han creado van a aguantar que se les complique la pista de carreras.