Cada vez que se reúne la alta jerarquía gubernamental, se respeta menos al pueblo
LA HABANA, Cuba.- El discurso de Raúl Castro en el Octavo Período Ordinario de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular fue contradictorio y en algunos casos resultó virtual. Quienes lo siguieron han tenido expresiones en la calle sobre cómo lucía mientras hablaba: unos plantean que estaba raro, otros dicen que triste, algunos que cansado y hasta hubo quien comentó que parecía enfermo.
Lo que sí quedó claro fue que, cada vez que se reúne la alta jerarquía gubernamental, se respeta menos al pueblo. Habría que ver hasta dónde llega el límite de la sumisión que los cubanos han demostrado.
No se puede estar tentando de forma constante la posibilidad de que a los gobernantes se les vaya de la mano en algún momento el control de la sociedad. La historia recuerda la reacción del pueblo rumano con Nicolae Ceaușescu, que a pesar de las dificultades por las que pasaba el país rehusó poner en práctica planes liberales con respecto a la economía y mantuvo su voluntad de no cambiar su “política no revisionista”, acompañada de un rígido control sobre la libertad de expresión, los medios de comunicación y la no tolerancia con la oposición.
Uno de los mensajes enviados en el discurso de clausura de la reunión parlamentaria cubana dice de forma textual: “Reducir todo gasto no imprescindible y utilizar racional y eficientemente los recursos disponibles”.
Pero después Raúl Castro se despidió, exaltando la permanencia del espíritu de lucha de su ya difunto hermano, para lo cual se llevó a cabo una Revista Militar y marcha del pueblo combatiente el pasado 2 de enero, en ocasión del 60 aniversario de la sublevación en Santiago de Cuba y del desembarco del Granma, en homenaje al “Comandante en Jefe” y a la juventud. Aunque hay que destacar que solo se mostraron algunas armas largas en bloques de soldados y marinos.
Además, para la realización de este desfile, se celebraron dos ensayos generales que como es natural tienen sus consecuencias también en el pueblo de la capital; entre otras que disminuyen los ómnibus, no se puede transitar por la zona y bajo el severo sol del mediodía, se llevan a la Plaza de la Revolución a los niños y jóvenes de diferentes escuelas. Todo ello sin contar el gasto de combustible y recursos que trae aparejado; así como las más de 8 horas de movilización, porque, aunque el desfile fue corto ―en comparación con otros―, las personas estuvieron movilizadas desde las tres de la mañana y algunos desde la noche anterior.
Habría que decirle a Raúl Castro: Si el año comenzó con este derroche “no imprescindible”, ¿de qué gastos está hablándole al pueblo? ¿O es que el tratar de mantener el adoctrinamiento sobre la sociedad no significa una erogación de recursos?
Para el cubano de a pie se ha iniciado un año que tiene características bien difíciles; con las limitaciones en el suministro de combustibles y el desabastecimiento de las importaciones, producto del no cumplimiento de las obligaciones financieras, todo parece indicar que se profundizará la recesión, ya que la actividad económica ha mantenido una pérdida generalizada de sus indicadores, que se hace muy difícil de ocultar.
El salario real se reduce constantemente con relación al salario nominal, porque, aunque el Estado ha querido controlar los precios de los productos agrícolas, no ha logrado este objetivo y no existe ninguna evidencia de que en el 2017 pueda hacerlo, lo que implica que lo que el trabajador recibe como pago no refleja los ingresos reales, porque el costo de la vida aumenta mucho más rápido que los ingresos.
Las remesas familiares vuelven a ser la esperanza de la familia cubana. Solo aquellos que reciban alguna ayuda por parte de sus parientes en el exterior podrán tener acceso a pagar los productos en un mercado negro que se divisa muy caro, porque el mercado estatal en moneda convertible está vacío por falta de pago a los proveedores.
Si Raúl Castro cumple su palabra, sus funciones terminan en esta octava legislatura. Solo le quedarían dos sesiones de la Asamblea, que si son como la última, en la que la información fue escasa y negativa, poco tendrán los cubanos de herencia del actual dictador.