El régimen perdió la idea de cómo lavar y guardar la ropa, no mide el costo político de cualquiera acción que pueda ejecutar, no está cuidando ni a sus agentes de la Seguridad del Estado
LA HABANA, Cuba.- Dentro de los hechos represivos más notorios en estos días, está la entrada de las fuerzas represivas –en cuatro ocasiones- a la casa de Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, en Placetas, Villa Clara. Antúnez como todos lo conocemos es el líder del Frente de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo.
La primera vez ocurrió en horas temprana de la mañana del día 5 de febrero, su esposa –Iris Tamara Pérez Aguilera- no estaba en la casa y se lo llevaron arrestado, le registraron la vivienda y se puede decir sin temor a equivocarse que se la saquearon. No tenían orden de registro, ni de arresto, todo se hizo de forma ilegal, pero eso no le interesa en estos momentos al régimen.
Por mucho tiempo, Antúnez mantuvo la fachada de su casa pintada con letreros antigubernamentales y con una frase en particular que siempre ha molestado mucho: “Ni me callo ni me voy”. Pero hasta la fecha la dictadura había tolerado esos carteles, porque no corría peligro de que tuviera imitadores, pero en la actualidad la situación social es bien diferente y los gerontócratas no quieren permitir más ningún espacio y mucho menos que el pueblo coja ejemplos de lo que hacen los opositores.
Y es que desde el punto de vista social hay muchas demandas, por el cúmulo tan grande de insatisfacciones que tienen los cubanos que viven en la isla. Durante muchos años las personas se refugiaron en el futuro, porque las promesas eran constantes, pero en estos momentos ya se hizo presente y una gran parte de la población está cansada de ver transcurrir una generación tras otra sin que se solucionen los problemas que se han amontonado.
Optaron por aislar a Antúnez y a su esposa, con un gran derroche de recursos y fuerza represiva, pintándole la fachada de la casa y cada vez que ellos han retornado los carteles, los han arrestado, de forma violenta; hasta el momento en cuatro ocasiones.
Pero él se declaró en huelga de hambre el domingo 9 de febrero, y ha tenido apoyo a todo lo largo del país, incluso dos presos tomaron también esta actitud. Sin embargo, la mayoría de las personas que lo conocen y lo estiman no están de acuerdo con esta suspensión de sus alimentos, porque piensan que se hace daño físico. También yo coincido con los que quisieran que levantase la huelga.
Ahora bien, si uno se pone en su lugar, entonces habría que analizar por qué Antúnez está dispuesto a la inmolación, si le hace tanta falta al movimiento disidente, precisamente por su valentía.
No pienso que el fin último de la huelga sea que le devuelvan las cosas, porque todo lo material viene y va, pero lo que no se recupera es el estado de indefensión en que cae la persona a la que le han saqueado su vivienda, violando todo lo establecido y no tiene a dónde quejarse, ni a quien demandar, ni siquiera le permiten comentarlo con alguien, porque lo han aislado totalmente.
Además está el precedente que se sienta si se le vuelve a permitir al régimen -que ya se le ha permitido- expropiar lo que estime pertinente, sin documentos e incumpliendo su propia ley, quiere esto decir que la huelga es por todos los disidentes y los cubanos en general. Es una forma de llamar la atención del mundo y que se sepa lo que está pasando dentro del país.
Resulta muy difícil aceptar que ante un problema de tamaña dimensión haya que quedarse con los brazos cruzados y con la impotencia de vivir bajo la bota totalitaria. Quizás este sea el momento para los que preconizan la unidad en la diversidad, apoyar las demandas de Antúnez, hacer volantes, octavillas, sueltos o como quiera llamárseles, y los repartirlos por las calles, caminar las ciudades de forma pacífica para exigir el cumplimiento de las propias leyes del régimen.
En este contexto las organizaciones que están formadas por miles de opositores pueden tomar la decisión de respaldar estos reclamos, que no son de derecha ni de izquierda, solo son justos y toda la oposición le estaría dando una gran complicación a los que mal dirigen el país.
Si bien no se pretende apoyar su actitud corajuda de inanición, hay que reconocer que cualquiera debajo de su piel podría tomar esta decisión.