Por: Martha Beatriz Roque Cabello
Las carreras universitarias de la rama económica, han sufrido múltiples modificaciones durante estos años. Hubo un momento en que el economista integral se terminó y comenzaron las especializaciones, que no fueron tal. Así pasó también con los contadores que llegaron a tener una carrera corta de 3 años, pero en definitiva todo parece indicar que los conocimientos básicos de estas carreras se han quedado cortos, al igual que otras muchas disciplinas, a lo largo de todos los estudios de cualquier educando. Hay que decir, que a su forma, el gobierno en estos momentos lo reconoce.
Lo fundamental es que conceptos tan técnicos como el de Contabilidad han sufrido de cambios, por el lenguaje virtual del sistema, y estos especialistas en la materia lo han aceptado, sin ceñirse a la definición de Contabilidad.
Las instituciones gubernamentales iniciaron, hace ya algunos años, un proceso en el que designan las empresas como con “contabilidad confiable” o no; algo totalmente contradictorio a las conocimientos, que se suponen adquirieron los especialistas. Y es que la Contabilidad es una sola, si ella no es segura, sencillamente no es Contabilidad.
A esto cabe preguntarse: ¿Y cómo llegan a obtener las cifras del Producto Interno Bruto, con más del 60% de las empresas productivas del país sin contabilidad? Será con el lápiz sin punta y con una más que otra estadística no aceptable.
No solo esto trae problemas en la macroeconomía, también se permiten faltas de controles elementales en la microeconomía. Se pueden poner tres ejemplos, elementales para un Contador de empresa, o para la persona que controla las finanzas y máxime si se trata de operaciones en cuc (peso cubano convertible):
En cualquiera de las floristerías que se encuentran en el Vedado, en Miramar, y en otros puntos de la Ciudad de la Habana, donde se venden flores de importación, se preparan ramos (bouquet) con un costo adicional. Solo las flores tienen puesto el precio, pero no se sabe el costo de preparar el ramo, hasta tanto el o la florista terminan su trabajo. El cliente paga con la caja abierta, sin mediar un vale. En el caso de la floristería que se encuentra en el edificio del Centro de Negocios, en la calle 3ra en Miramar, no tienen caja, el dinero permanece en algo totalmente rudimentario. Cuando venden cualquier producto, como si fueran controladores del puerto, lo marcan en una hoja de papel, o en un pedazo de cartón.
Pero ese no es el colmo de la ineficiencia. El día 7 de setiembre, cuando en Cuba se celebra la víspera de la Virgen de la Caridad del Cobre, no tenían flores, porque según planteó la administradora de uno de estos establecimientos, el pedido entra los martes, y ese día era lunes, se había agotado el suministro de la semana. No existe la gestión comercial, ni el cerebro de esos dirigentes, que se supone que estén en función de las necesidades del pueblo.
Allí en la floristería, había una gran discusión entre los clientes, y en general disgusto en el pueblo que no pudo conseguir flores, ni siquiera las más corrientes en moneda nacional. Los “súper” cuadros de dirección de las empresas, también aportan su poco de malestar a la sociedad.
El segundo ejemplo es el de los restaurantes. No solo los de divisa, también los de moneda nacional, son objetos del descontrol. Cuando usted paga la cuenta, el vale que le entregan está escrito en lápiz -en la mayoría de los casos- y no tiene una numeración consecutiva que permita controlar los clientes que han acudido al lugar. Por lo que perfectamente, al final del turno de trabajo, se puede “cuadrar la caja”, e incluso por solo citar una forma de fraude, traer mercancías para poner a la venta y que se quede sin utilizar la del Estado.
Otro tanto sucede en las peluquerías, sobre todo en las de los hoteles, a las que acuden numerosas jineteras, artistas y otras personas con niveles altos de vida, ya que sus servicios, son extremadamente caros, ni soñar una mujer promedio en poder hacerse un pelado con un estilista de estos centros. La lista de precios es inexistente, sale de la boca de quien presta el servicio, tampoco se hacen vales y la caja también se trabaja de forma abierta. Incluso, no hay reparos, para delante del propio cliente echarse en el bolsillo la parte que le toca del trabajo realizado, que en algunos casos es toda.
Solo hay que ver el nivel de vida que tienen las personas vinculadas a estos ejemplos, no lo hacen oculto, sencillamente es una forma de salir de la obstinación que significa ganar un salario medio en el país.
Pero ¿es que acaso los responsables de controlar todo esto, no lo saben? ¡Claro que sí!, pero llevan parte en la “tajada”. Y el gobierno ¿no lo sabe? ¡Claro que sí!, pero necesita permitirle a un grupo de personas vivir un poco mejor, dentro de la miseria que ha creado el sistema, lo que implica también que son manejables políticamente. Esta idea parece haber salido del cuento de la gallina de Stalin.
Ciudad de La Habana, 14 de setiembre de 2009.
Lo fundamental es que conceptos tan técnicos como el de Contabilidad han sufrido de cambios, por el lenguaje virtual del sistema, y estos especialistas en la materia lo han aceptado, sin ceñirse a la definición de Contabilidad.
Las instituciones gubernamentales iniciaron, hace ya algunos años, un proceso en el que designan las empresas como con “contabilidad confiable” o no; algo totalmente contradictorio a las conocimientos, que se suponen adquirieron los especialistas. Y es que la Contabilidad es una sola, si ella no es segura, sencillamente no es Contabilidad.
A esto cabe preguntarse: ¿Y cómo llegan a obtener las cifras del Producto Interno Bruto, con más del 60% de las empresas productivas del país sin contabilidad? Será con el lápiz sin punta y con una más que otra estadística no aceptable.
No solo esto trae problemas en la macroeconomía, también se permiten faltas de controles elementales en la microeconomía. Se pueden poner tres ejemplos, elementales para un Contador de empresa, o para la persona que controla las finanzas y máxime si se trata de operaciones en cuc (peso cubano convertible):
En cualquiera de las floristerías que se encuentran en el Vedado, en Miramar, y en otros puntos de la Ciudad de la Habana, donde se venden flores de importación, se preparan ramos (bouquet) con un costo adicional. Solo las flores tienen puesto el precio, pero no se sabe el costo de preparar el ramo, hasta tanto el o la florista terminan su trabajo. El cliente paga con la caja abierta, sin mediar un vale. En el caso de la floristería que se encuentra en el edificio del Centro de Negocios, en la calle 3ra en Miramar, no tienen caja, el dinero permanece en algo totalmente rudimentario. Cuando venden cualquier producto, como si fueran controladores del puerto, lo marcan en una hoja de papel, o en un pedazo de cartón.
Pero ese no es el colmo de la ineficiencia. El día 7 de setiembre, cuando en Cuba se celebra la víspera de la Virgen de la Caridad del Cobre, no tenían flores, porque según planteó la administradora de uno de estos establecimientos, el pedido entra los martes, y ese día era lunes, se había agotado el suministro de la semana. No existe la gestión comercial, ni el cerebro de esos dirigentes, que se supone que estén en función de las necesidades del pueblo.
Allí en la floristería, había una gran discusión entre los clientes, y en general disgusto en el pueblo que no pudo conseguir flores, ni siquiera las más corrientes en moneda nacional. Los “súper” cuadros de dirección de las empresas, también aportan su poco de malestar a la sociedad.
El segundo ejemplo es el de los restaurantes. No solo los de divisa, también los de moneda nacional, son objetos del descontrol. Cuando usted paga la cuenta, el vale que le entregan está escrito en lápiz -en la mayoría de los casos- y no tiene una numeración consecutiva que permita controlar los clientes que han acudido al lugar. Por lo que perfectamente, al final del turno de trabajo, se puede “cuadrar la caja”, e incluso por solo citar una forma de fraude, traer mercancías para poner a la venta y que se quede sin utilizar la del Estado.
Otro tanto sucede en las peluquerías, sobre todo en las de los hoteles, a las que acuden numerosas jineteras, artistas y otras personas con niveles altos de vida, ya que sus servicios, son extremadamente caros, ni soñar una mujer promedio en poder hacerse un pelado con un estilista de estos centros. La lista de precios es inexistente, sale de la boca de quien presta el servicio, tampoco se hacen vales y la caja también se trabaja de forma abierta. Incluso, no hay reparos, para delante del propio cliente echarse en el bolsillo la parte que le toca del trabajo realizado, que en algunos casos es toda.
Solo hay que ver el nivel de vida que tienen las personas vinculadas a estos ejemplos, no lo hacen oculto, sencillamente es una forma de salir de la obstinación que significa ganar un salario medio en el país.
Pero ¿es que acaso los responsables de controlar todo esto, no lo saben? ¡Claro que sí!, pero llevan parte en la “tajada”. Y el gobierno ¿no lo sabe? ¡Claro que sí!, pero necesita permitirle a un grupo de personas vivir un poco mejor, dentro de la miseria que ha creado el sistema, lo que implica también que son manejables políticamente. Esta idea parece haber salido del cuento de la gallina de Stalin.
Ciudad de La Habana, 14 de setiembre de 2009.