Por: Martha Beatriz Roque Cabello.
Hay quienes piensan que el único escenario que va a permitir el cambio es la muerte “física” de Fidel Castro, en consecuencia se han realizado muchos estudios para la transición, pero la mayoría de ellos ya son obsoletos, porque realmente la situación económica, social y política en el país involuciona con una rapidez extraordinaria. Esta no es la Cuba de 2006, pero tampoco la de 2010, lo que implica que se puede producir el cambio, por un grupo de factores, antes no considerados, incluso algunos de ellos dentro de los propios miembros del régimen.
La mayoría de las personas apuestan a que las transformaciones ocurran de una forma pacífica, pero habría que sopesar el desgaste social y moral que vive el país en estos momentos. Incluso como el propio régimen se irrespeta publicando las llamadas “Reflexiones del Comandante en Jefe”, que parecen más bien una burla a la persona del ex Presidente, quizás no haya alguien –incluyendo a su propio hermano, que se atreva a decirle, cuan ridículos son esos párrafos sin ton ni son que se publican.
Si se considera que dentro de las fuerzas represivas, hay algunos que viven mejor que otros y que además –producto de que su trabajo es poco- se les alimenta la “ideología” con toda esa mala historia del “enemigo imperialista”, los “mercenarios”, “los terroristas”, “los vende Patria”, etc.; que tienen algunos privilegios y buenos salarios, es difícil pensar que alguien se rebele.
No obstante, en el escenario cubano actual existen varias posibilidades de que grupos sociales o tendencias dentro de la sociedad se conviertan en factores de cambio, se pueden considerar algunas hipótesis, entre ellas, cabría preguntarse, por ejemplo: ¿Quiénes son los policías en la capital? Los jóvenes del Servicio Militar, que juran cinco años porque prefieren estar en la calle, antes de someterse al régimen de una Unidad, pero que además esto les permite recibir un salario; personas que traen de las provincias orientales y los ponen a vivir en albergues, porque los capitalinos no quieren ser policías. De forma general los del este del país tratan de casarse, para no tener que virar para el “terruño” y poder halar a la familia hacia la vida en la ciudad.
En un agente del orden en estos momentos se conjugan varios elementos, entre ellos: falta de profesionalidad, de educación y cultura y una marcada tendencia a la corrupción por las necesidades que pasan a pesar de que sus salarios están por encima de la media nacional. Estos hombres de uniforme carecen de ideología, aunque se trate, por sus correspondientes mandos, de darle una formación política, la mayoría está vinculada a este trabajo por intereses personales momentáneos.
Hay una tendencia generalizada del pueblo, a pensar que la policía en la calle -e incluso en las unidades- es más represiva que lo que le indican, ya que abusa del poder, de forma discriminada, y tiene a su favor los tribunales para apoyarla; esta es la causa por la que se hacen muy comunes los delitos de: atentado, desacato y resistencia. Es inútil quejarse de un mal trato de la policía, no pasa nada; pero si usted se equivoca con cualquier agente, los años de prisión le caerán uno tras otro. Esta es la forma en que el gobierno premia la fidelidad de este cuerpo armado y los hace sentir intocables.
Pero lo que está creando el caos, es la desobediencia. A pesar de la jerarquía gubernamental estar casi totalmente militarizada, la policía no guarda las reglas que el régimen quiere mostrar al exterior, y golpea, mutila, mata y no puede pasar nada. Y no es que se haga referencia a ello por solo traer a colación algo mal hecho por la dictadura, para poder mostrar problemas y hendiduras del sistema; es que hay pruebas, y se han mostrado y documentado por la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, diferentes casos a todo lo largo del país; y no solo de disidentes (Orlando Zapata Tamayo, Juan Wilfredo Soto García), pero de personas dentro de la sociedad civil.
También está el hecho de que cuando los disidentes –que salen a la calle- son detenidos y conducidos a las Unidades de la Policía Nacional Revolucionaria, pueden constatar las diferencias que existen entre los policías y los oficiales de la Seguridad del Estado, ya que estos últimos se consideran superiores.
Esta situación vista a distancia permite considerar que la policía tiene dos líneas de mando: la primera el Estado y la segunda intereses personales que se han ido enraizando y le van quitando fuerza al ucase gubernamental. Por ahora la balanza está a favor de la dictadura, pero en la medida en que crezcan las dificultades dentro del país, se afectarán sus posibilidades de control.
Dentro de tantos escenarios posibles, ¿no podría la Policía Nacional Revolucionaria convertirse en un factor de cambio?