Por: Arnaldo Ramos Lauzurique.
“El Gobierno no puede endeudarse más…, si no recibe más dinero, creará un caos al no poder cumplir con las obligaciones financieras contraídas.”
“Es casi inexplicable que se pueda funcionar debiendo esas exorbitantes cantidades de dinero. No hay persona en el mundo que pueda recibir prestado un centavo debiendo dinero y gastando más de lo que le entra. Quien está en esa situación no le queda más remedio que declararse en quiebra económica y los gobiernos que han estado en una situación como esa, han recibido préstamos del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, pero imponiéndoles tremendas condiciones de ajuste interno de sus economías.”
Después de referirse al enorme volumen que esa deuda representa para cada ciudadano del país, pregunta. “¿cuánto le tocará a nuestros nietos cuando tengan nuestra edad? Es mejor no mirar el reloj, meter -como el avestruz- la cabeza en la arena, para no ver nada, ni siquiera el futuro.”
Pero con toda intención, esos párrafos están sacados fuera de contexto ya que no se refieren a Cuba, sino a la deuda nacional de los Estados Unidos, que según esa información llegará a ascender el 16 de mayo de este año a 14,27 millones de millones de dólares, que representará 47 000 dólares para cada ciudadano de ese país.
El escrito es de la autoría de Lázaro Fariñas, periodista cubano radicado hace muchos años en “el norte revuelto y brutal que lo desprecia”, pero que le permite disfrutar de sus atrocidades, y porqué no decirlo también, de sus comodidades, y no le impide colaborar con frecuencia en las publicaciones del régimen cubano.
Él forma parte de los “profundos analistas”, que al servicio de la satrapía cubana, son capaces de escrutar minuciosamente las más pequeñas irregularidades del anchuroso mundo exterior, y en especial de Estados Unidos, y sin embargo no aplican ese “talento” a la sociedad cubana.
La deuda total de Cuba, que no es posible precisar en toda su dimensión, dados los ocultamientos oficiales habituales, no es menor de 59 000 millones de dólares, para una población al cierre del 31 de diciembre de 2010 de 11 241 161 habitantes, y dentro de ella se incluye un cálculo muy conservador, de unos 30 000 millones de dólares, que quedó comprometida principalmente con Rusia, por ser una deuda heredada de la ex Unión Soviética.
No parece que el Estado ruso haya demostrado mucho interés en cobrar esa deuda -que ha ido creciendo con nuevos créditos- al régimen de Fidel Castro, que fue quien la contrajo, por lo que no es de imaginar que tenga la osadía de pretender cobrarla a uno posterior.
El resto de la deuda cubana, de 29 000 millones de dólares, ascendería a unos 2 580 dólares per cápita, que representa 65 000 pesos en moneda nacional (CUP), y con el salario medio mensual de 436 pesos (CUP) de 2010, equivaldría a una deuda per cápita de 26 250 horas de trabajo, lo cual significaría que cada ciudadano tendría que trabajar durante 12 años sin ninguna retribución y viviendo del aire que pudiera respirar.
Los 47 000 dólares per cápita, que según Fariñas, deben “los infelices” ciudadanos de Estados Unidos, considerando el costo medio de una hora de trabajo anterior a 2004, de aproximadamente 26 dólares, representaría unas 1 808 horas, que no llegarían al 7% de las correspondientes a cada ciudadano cubano.
Un ciudadano de Estados Unidos tendría que trabajar alrededor de 9 meses y medio, sin retribución, para pagar esa deuda, mientras que un cubano requeriría 12 años.
De considerarse la deuda con Rusia, que los cubanos no deben tener el menor interés en pagar y que el Gobierno ruso parece, hasta ahora, que tampoco quiere cobrar, cada cubano tendría que trabajar 24 años sin comer y sin cubrir ninguna otra necesidad.
Si como dice el señor Fariñas, los ciudadanos de Estados Unidos tendrían que saltar más alto que un chivo para cubrir sus obligaciones, los cubanos tendrían que superar a los canguros.
Esto de los brinquitos hace recordar al ya casi olvidado Robertico Robaina, cuando inventó aquello de que ¡el que no salte, es yanqui! y ponía a todo el mundo, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, parvulitos y ancianos, incluso a impedidos físicos a levitar en los actos oficiales, hasta que un día se le ocurrió lanzar la consigna en presencia de su esperpéntico jefe, al cual no le quedó más remedio que tratar infructuosamente de saltar. Fidel Castro nunca se lo perdonó, y esa consigna desapareció del escenario.
Salta Lázaro Fariñas, salta Raúl Castro, salta tú también si puedes, Fidel Castro, que: ¡El que no salte, es yanqui!
La Habana, 1ro. de mayo de 2011.