Por: Martha Beatriz Roque Cabello
En uno de los pocos programas humorísticos que tiene la televisión cubana, hay un personaje que se ha hecho popular, se llama “Mente Pollo”, se anuncia su presencia con una canción que termina diciendo ¿quién llegó primero, la gallina o el huevo?
Aunque la política es algo más serio, que no admite este tipo de humor, se puede extrapolar esta canción a las palabras pronunciadas por el presidente Raúl Castro, en su discurso del 29 de abril próximo pasado en la reunión ministerial del Buró de Coordinación del MNOAL (Movimiento de Países No Alineados) en La Habana, cuando dijo: “Cuba no ha impuesto sanción alguna contra los Estados Unidos ni contra sus ciudadanos. …y por lo tanto, no es Cuba la que tiene que hacer gestos”.
Desafortunadamente, esta es la historia de la gallina y el huevo, contada a todos, desde hace muchos años en el lenguaje virtual que utiliza el gobierno cubano. Entonces, ¿el embargo fue primero que la nacionalización (confiscación sin pago) de los bienes norteamericanos en Cuba? Para ser corteses, habría que pensar, que debido a su edad el General de Ejército tiene mala memoria, e incluso se la ha trasladado a algunos gobernantes.
Si preguntaran: ¿de quién fue el primer error? No hay dudas que la respuesta sería del gobierno de los Estados Unidos. El presidente Dwight D. Eisenhower no tuvo una reacción oportuna con respecto a la dimensión de la situación en Cuba, por la toma del poder de Fidel Castro en 1959 Igual les sucedió a los Presidentes que le siguieron, con respecto a la inteligencia y la contrainteligencia cubana, estuvieron decenas de años subvalorándolas.
Desde la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1959, comenzó la expropiación de las tierras, la reprobación de los Estados Unidos fue en vano, porque siguieron otros embates contra la inversión extranjera. Cuando en junio de 1960, tanto los norteamericanos como los británicos, rehusaron procesar el petróleo soviético, se nacionalizaron las compañías petroleras. Siguieron meses de más confiscaciones sin pago, hasta terminar con las restantes propiedades norteamericanas en el país.
Fue entonces que Estados Unidos, en octubre de ese año, anunció un embargo a la mayoría de las exportaciones a Cuba, a lo que Fidel Castro contestó restringiendo el personal de la embajada norteamericana en la Isla a once miembros, entonces el norte rompió las relaciones diplomáticas.
Esta pequeña historia, hay que recordársela a algunas personas e incluso a gobernantes de varios países. Los gobiernos que han pasado durante estos 50 años por los Estados Unidos, no han contado mucho estos pormenores, por el contrario han permitido que se les acuse de ahogar al pueblo cubano, lo que implicaría otro relato.
Con la proclamación del carácter socialista de la Revolución en abril de 1961, la mayoría de las empresas grandes y medianas pasaron a manos del gobierno, quien se apropió poco a poco de todos los recursos, para ponerlos en función del aparato estatal. La centralización de la economía, desde bien temprano, con resultados nefastos para el pueblo, en particular la ineficiencia, trajo como consecuencias la caída de la producción agrícola e industrial. Hoy, 50 años después, existen productos que se obtienen fácilmente de la tierra y que el cubano nacido con la Revolución no conoce.
Todo lo anterior, trajo como consecuencias en el año 1962, el racionamiento de los alimentos y de los productos industriales. En la actualidad, sólo queda la mal llamada “libreta de abastecimientos”, que permite asegurar, en condiciones mínimas, la comida de los 10 primeros días del mes. La ropa, los zapatos, etc., deben ser adquiridos en las llamadas tiendas de divisas, a precios inasequibles para el pueblo.
No hay dudas que el mayor daño se lo hizo el gobierno totalitario al pueblo, tratando de imprimir un falso concepto de patriotismo e internacionalismo en sus decisiones, que llevó al país a la ruina en que se encuentra. Y esta destrucción no es solo económica y material, sino también ética. La sociedad cubana desde muy temprano sufrió las prácticas del régimen con el fin de desarrollar “el hombre nuevo”, lo que trajo como resultados que se destruyeran instituciones que eran las responsables de transmitir estos valores morales, como la familia y la iglesia.
Además de la sanción que se le impuso a los Estados Unidos de América, al nacionalizar sus bienes en Cuba, está el castigo que se le aplicó al pueblo cubano que le ha traído tantos años de sufrimientos.
¿Hasta cuándo se va a permitir que haga el papel de mártir el gobierno totalitario? Está bueno ya de culpar una y otra vez al gobierno de turno norteamericano. Los asesores de Barack Obama que supieron poner –en la pasada Cumbre de las Américas- el cuestionamiento sobre las relaciones bilaterales aquí en la Isla, deben también trabajar para dilucidar este entuerto que ha traído grandes confusiones en el mundo. Hay que salir a la palestra pública a explicar que la nacionalización fue primera y que el embargo es su consecuencia. Dos generaciones no vivieron esta realidad.
Ciudad de La Habana, 4 de mayo de 2009.
En uno de los pocos programas humorísticos que tiene la televisión cubana, hay un personaje que se ha hecho popular, se llama “Mente Pollo”, se anuncia su presencia con una canción que termina diciendo ¿quién llegó primero, la gallina o el huevo?Aunque la política es algo más serio, que no admite este tipo de humor, se puede extrapolar esta canción a las palabras pronunciadas por el presidente Raúl Castro, en su discurso del 29 de abril próximo pasado en la reunión ministerial del Buró de Coordinación del MNOAL (Movimiento de Países No Alineados) en La Habana, cuando dijo: “Cuba no ha impuesto sanción alguna contra los Estados Unidos ni contra sus ciudadanos. …y por lo tanto, no es Cuba la que tiene que hacer gestos”.
Desafortunadamente, esta es la historia de la gallina y el huevo, contada a todos, desde hace muchos años en el lenguaje virtual que utiliza el gobierno cubano. Entonces, ¿el embargo fue primero que la nacionalización (confiscación sin pago) de los bienes norteamericanos en Cuba? Para ser corteses, habría que pensar, que debido a su edad el General de Ejército tiene mala memoria, e incluso se la ha trasladado a algunos gobernantes.
Si preguntaran: ¿de quién fue el primer error? No hay dudas que la respuesta sería del gobierno de los Estados Unidos. El presidente Dwight D. Eisenhower no tuvo una reacción oportuna con respecto a la dimensión de la situación en Cuba, por la toma del poder de Fidel Castro en 1959 Igual les sucedió a los Presidentes que le siguieron, con respecto a la inteligencia y la contrainteligencia cubana, estuvieron decenas de años subvalorándolas.
Desde la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1959, comenzó la expropiación de las tierras, la reprobación de los Estados Unidos fue en vano, porque siguieron otros embates contra la inversión extranjera. Cuando en junio de 1960, tanto los norteamericanos como los británicos, rehusaron procesar el petróleo soviético, se nacionalizaron las compañías petroleras. Siguieron meses de más confiscaciones sin pago, hasta terminar con las restantes propiedades norteamericanas en el país.
Fue entonces que Estados Unidos, en octubre de ese año, anunció un embargo a la mayoría de las exportaciones a Cuba, a lo que Fidel Castro contestó restringiendo el personal de la embajada norteamericana en la Isla a once miembros, entonces el norte rompió las relaciones diplomáticas.
Esta pequeña historia, hay que recordársela a algunas personas e incluso a gobernantes de varios países. Los gobiernos que han pasado durante estos 50 años por los Estados Unidos, no han contado mucho estos pormenores, por el contrario han permitido que se les acuse de ahogar al pueblo cubano, lo que implicaría otro relato.
Con la proclamación del carácter socialista de la Revolución en abril de 1961, la mayoría de las empresas grandes y medianas pasaron a manos del gobierno, quien se apropió poco a poco de todos los recursos, para ponerlos en función del aparato estatal. La centralización de la economía, desde bien temprano, con resultados nefastos para el pueblo, en particular la ineficiencia, trajo como consecuencias la caída de la producción agrícola e industrial. Hoy, 50 años después, existen productos que se obtienen fácilmente de la tierra y que el cubano nacido con la Revolución no conoce.
Todo lo anterior, trajo como consecuencias en el año 1962, el racionamiento de los alimentos y de los productos industriales. En la actualidad, sólo queda la mal llamada “libreta de abastecimientos”, que permite asegurar, en condiciones mínimas, la comida de los 10 primeros días del mes. La ropa, los zapatos, etc., deben ser adquiridos en las llamadas tiendas de divisas, a precios inasequibles para el pueblo.
No hay dudas que el mayor daño se lo hizo el gobierno totalitario al pueblo, tratando de imprimir un falso concepto de patriotismo e internacionalismo en sus decisiones, que llevó al país a la ruina en que se encuentra. Y esta destrucción no es solo económica y material, sino también ética. La sociedad cubana desde muy temprano sufrió las prácticas del régimen con el fin de desarrollar “el hombre nuevo”, lo que trajo como resultados que se destruyeran instituciones que eran las responsables de transmitir estos valores morales, como la familia y la iglesia.
Además de la sanción que se le impuso a los Estados Unidos de América, al nacionalizar sus bienes en Cuba, está el castigo que se le aplicó al pueblo cubano que le ha traído tantos años de sufrimientos.
¿Hasta cuándo se va a permitir que haga el papel de mártir el gobierno totalitario? Está bueno ya de culpar una y otra vez al gobierno de turno norteamericano. Los asesores de Barack Obama que supieron poner –en la pasada Cumbre de las Américas- el cuestionamiento sobre las relaciones bilaterales aquí en la Isla, deben también trabajar para dilucidar este entuerto que ha traído grandes confusiones en el mundo. Hay que salir a la palestra pública a explicar que la nacionalización fue primera y que el embargo es su consecuencia. Dos generaciones no vivieron esta realidad.
Ciudad de La Habana, 4 de mayo de 2009.
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