Por: Martha Beatriz Roque Cabello
Ciudad de La Habana, 2 de febrero de 2009.
Algunos cubanólogos no quieren aceptar que desde hace muchos años, en Cuba se vive una transición social. Muy lenta, pero visible en muchos sectores o actividades de la sociedad. Los ejemplos sobran, pero la religión -de forma general- es una de las más significativas, pues se hace palpable en las iglesias y en particular en la católica.
Desde 1960 comenzó la confrontación entre el gobierno y los representantes de esta iglesia, cuando en el mes de agosto la Conferencia Episcopal Cubana hizo pública una Carta Pastoral, denunciando la desviación hacia el marxismo de la recién inaugurada Revolución. En aquel entonces Monseñor Eduardo Boza Masvidal era el Obispo Auxiliar de La Habana.
La “contundente” respuesta del régimen recién estrenado, no se hizo esperar. De unos 700 clérigos que había en el país, se redujeron a 200. Para lo cual, deportaron sacerdotes y monjas extranjeros y cubanos. El 17 de setiembre de 1961, después de haber detenido a un grupo de ellos, entre los que se encontraba Monseñor Agustín Román, los expulsaron del país, en el buque Covadonga, con destino a España.
La iglesia comenzó todo un período de decadencia. Los “revolucionarios” no podían profesar ninguna religión. Llegó al extremo de plasmarse en la Constitución. Historias hay muchas, pero la realidad fue que quedaron vacíos los templos. La gente lo pensaba dos veces antes de asistir a misa, porque manchaba su expediente y lo hacía persona no confiable para ocupar diferentes puestos de trabajo. Ciertamente, cuando se escriba la verdadera historia de este país, llevará más de un capítulo lo referido a la fe religiosa.
La visita a Cuba del Papa Juan Pablo II dio un giro bastante grande al comportamiento social para exteriorizar su deseo de estar en presencia de Dios. El poder totalitario tuvo que también hacer lo suyo, les permitió a los militantes del Partido Comunista, profesar cualquier religión. Al principio la gente fue muy cautelosa, pero poco a poco se fue perdiendo el miedo. Ese miedo que tiene el cubano inyectado en sus venas, y que lo limita a hacer esto y lo otro, sin siquiera tenérselo que decir.
Sin embargo, la alta jerarquía católica no quiere enfrentarse al gobierno, no solo dentro del país, pero también los que están en Roma. Prueba de ello fue que durante la visita del Cardenal Bertone a Cuba (Secretario de Estado del Vaticano), numerosos disidentes le solicitaron entrevistas y él no accedió a ninguna, ni tan siquiera contestó las cartas que se le enviaron.
Esta política les ha permitido algunas limosnas del régimen, por ejemplo les concedieron la posibilidad de efectuar misas en algunas prisiones el pasado 25 de diciembre. El propio Cardenal Jaime Ortega y Alamino ofició ese día. ¡Hay que alegrarse de ello por los presos!
Ya se ven algunas procesiones el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba y de otros santos muy populares en el pueblo, a la que asisten bastantes fieles, no solo practicantes católicos, sino también personas que usan el sincretismo con religiones africanas y convierten a los santos en deidades de sus cultos.
Todos estos son cambios sociales, son pequeños pasos que ha estado dando la sociedad abriéndose caminos. Un ejemplo reciente puede constatarse en la Iglesia de San Juan Bosco, sita en la calle Santa Catalina y Goss, en la barriada de Santos Suárez, del municipio de 10 de Octubre, Ciudad de La Habana. El día 31 de enero se celebró la fiesta de su santo patrono y ofició la misa, su Eminencia Monseñor Luigi Bonazzi, nuncio apostólico en Cuba.
San Juan Bosco se caracterizó durante su vida, entre otras cosas, por su vinculación a los jóvenes y a los niños. El trabajo de la catequesis de la iglesia, permite contar unos 150 niños (cifra aproximada) en diferentes grupos. Además asisten allí a las celebraciones litúrgicas, un gran número de jóvenes, los que integran una comunidad que conjuntamente con la acción de fe, practica otros ejercicios y actividades culturales y sociales, de las que está tan necesitada la juventud cubana.
A pesar de que, dentro de la población, San Juan Bosco no es un santo tan popular, como lo es la Virgen María, en su condición de: la Caridad del Cobre, las Mercedes, Regla; o el propio San Lázaro, el templo estaba totalmente lleno, en una noche invernal. La misa duró más de una hora y nadie se movió de su puesto. Incluso al final, el párroco de la Iglesia, padre Narciso, (español de Zamora), invitó a los fieles a dirigirse al patio lateral, que iba a ser inaugurado por la ocasión. Fueron muy pocos los que decidieron marcharse, a pesar del intenso frío el patio se vio lleno y el Nuncio Apostólico, agasajado.
Esto es una variación total del panorama eclesiástico de hace 10 años atrás, que ratifica la acepción de transición: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”.
Desde 1960 comenzó la confrontación entre el gobierno y los representantes de esta iglesia, cuando en el mes de agosto la Conferencia Episcopal Cubana hizo pública una Carta Pastoral, denunciando la desviación hacia el marxismo de la recién inaugurada Revolución. En aquel entonces Monseñor Eduardo Boza Masvidal era el Obispo Auxiliar de La Habana.
La “contundente” respuesta del régimen recién estrenado, no se hizo esperar. De unos 700 clérigos que había en el país, se redujeron a 200. Para lo cual, deportaron sacerdotes y monjas extranjeros y cubanos. El 17 de setiembre de 1961, después de haber detenido a un grupo de ellos, entre los que se encontraba Monseñor Agustín Román, los expulsaron del país, en el buque Covadonga, con destino a España.
La iglesia comenzó todo un período de decadencia. Los “revolucionarios” no podían profesar ninguna religión. Llegó al extremo de plasmarse en la Constitución. Historias hay muchas, pero la realidad fue que quedaron vacíos los templos. La gente lo pensaba dos veces antes de asistir a misa, porque manchaba su expediente y lo hacía persona no confiable para ocupar diferentes puestos de trabajo. Ciertamente, cuando se escriba la verdadera historia de este país, llevará más de un capítulo lo referido a la fe religiosa.
La visita a Cuba del Papa Juan Pablo II dio un giro bastante grande al comportamiento social para exteriorizar su deseo de estar en presencia de Dios. El poder totalitario tuvo que también hacer lo suyo, les permitió a los militantes del Partido Comunista, profesar cualquier religión. Al principio la gente fue muy cautelosa, pero poco a poco se fue perdiendo el miedo. Ese miedo que tiene el cubano inyectado en sus venas, y que lo limita a hacer esto y lo otro, sin siquiera tenérselo que decir.
Sin embargo, la alta jerarquía católica no quiere enfrentarse al gobierno, no solo dentro del país, pero también los que están en Roma. Prueba de ello fue que durante la visita del Cardenal Bertone a Cuba (Secretario de Estado del Vaticano), numerosos disidentes le solicitaron entrevistas y él no accedió a ninguna, ni tan siquiera contestó las cartas que se le enviaron.
Esta política les ha permitido algunas limosnas del régimen, por ejemplo les concedieron la posibilidad de efectuar misas en algunas prisiones el pasado 25 de diciembre. El propio Cardenal Jaime Ortega y Alamino ofició ese día. ¡Hay que alegrarse de ello por los presos!
Ya se ven algunas procesiones el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba y de otros santos muy populares en el pueblo, a la que asisten bastantes fieles, no solo practicantes católicos, sino también personas que usan el sincretismo con religiones africanas y convierten a los santos en deidades de sus cultos.
Todos estos son cambios sociales, son pequeños pasos que ha estado dando la sociedad abriéndose caminos. Un ejemplo reciente puede constatarse en la Iglesia de San Juan Bosco, sita en la calle Santa Catalina y Goss, en la barriada de Santos Suárez, del municipio de 10 de Octubre, Ciudad de La Habana. El día 31 de enero se celebró la fiesta de su santo patrono y ofició la misa, su Eminencia Monseñor Luigi Bonazzi, nuncio apostólico en Cuba.
San Juan Bosco se caracterizó durante su vida, entre otras cosas, por su vinculación a los jóvenes y a los niños. El trabajo de la catequesis de la iglesia, permite contar unos 150 niños (cifra aproximada) en diferentes grupos. Además asisten allí a las celebraciones litúrgicas, un gran número de jóvenes, los que integran una comunidad que conjuntamente con la acción de fe, practica otros ejercicios y actividades culturales y sociales, de las que está tan necesitada la juventud cubana.
A pesar de que, dentro de la población, San Juan Bosco no es un santo tan popular, como lo es la Virgen María, en su condición de: la Caridad del Cobre, las Mercedes, Regla; o el propio San Lázaro, el templo estaba totalmente lleno, en una noche invernal. La misa duró más de una hora y nadie se movió de su puesto. Incluso al final, el párroco de la Iglesia, padre Narciso, (español de Zamora), invitó a los fieles a dirigirse al patio lateral, que iba a ser inaugurado por la ocasión. Fueron muy pocos los que decidieron marcharse, a pesar del intenso frío el patio se vio lleno y el Nuncio Apostólico, agasajado.
Esto es una variación total del panorama eclesiástico de hace 10 años atrás, que ratifica la acepción de transición: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”.