Por Martha Beatriz Roque
La Habana, 27 de diciembre/ PD/ Para algunos ya ha llegado el momento en que el espacio vital permitido se queda corto -según sus expectativas- y comienza la hora del “invento”.
Como el gobierno trata de tener su propio lenguaje virtual, que se aleje de todo lo que se parezca al capitalismo, ha llamado a los emprendedores comerciantes: “trabajadores por cuenta propia”. Pero lo cierto es que estas personas no tienen nada que ver con la construcción del socialismo, simplemente buscan oportunidades lucrativas para poder vender un producto o servicio a un precio que les permita generar utilidades, pero que a la vez, y de acuerdo a la situación existente en el país, sea justo para los compradores, porque tienen como competencia al Estado todopoderoso.
Sin embargo, este tipo de trabajador conlleva beneficios positivos, no solo para él en particular, sino también para su comunidad y cuando se convierte en una sumatoria, hasta para la sociedad en general.
Esto se vuelve una cadena, donde el emprendedor gana poder adquisitivo y así mejora su calidad de vida y la de su familia. Si a través del tiempo este pequeño negocio crece hasta los límites que el Estado lo permite, requerirá ayuda y se convertirá en una fuente de trabajo para la comunidad, donde en estos momentos muchas personas carecen de oportunidades para poder subsistir. De igual forma podrá ser beneficioso si incorpora un servicio o venta de productos de forma local, en un vecindario donde no existía. De esta misma forma, a nivel de toda la sociedad, ellos significan una fuente de nuevos productos y servicios, que a la larga mejorarán la calidad de vida del pueblo.
Aunque los “trabajadores por cuenta propia “, o sea, los incipientes empresarios, representan una fuerza laboral muy pequeña -se calcula en unos 395 000-, si es comparada con la Población Económicamente Activa (PEA), de más de 5 millones, el régimen quiere mantenerlos controlados de alguna forma y ha ideado sindicalizarlos, y subordinarlos a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Aunque hay algunos de estos emprendedores que se conforman ciertamente con mejorar un poco su vida, hay otros que tienen una gran fibra de comerciantes y pretenden ir por encima de lo establecido por el propio gobierno. Es entonces cuando se convierten en opositores económicos.
Todos saben que el gobierno no permite llegar más allá de los límites que él mismo perfiló; además no quiere reconocer la competencia, porque sería como formar parte de una especie de economía de mercado y dar la razón a que las relaciones entre productores y consumidores se rigen por las leyes de la oferta y la demanda, no como se quiere hacer en el país, en base al llamado socialismo, por una proyección de producción –conocida por planificación- preparada por el gobierno central.
Es por eso que el próximo año es muy importante en la actividad económica, porque al permitir alguna flexibilización en el trabajo por cuenta propia, están animando al desarrollo y crecimiento de la misma y le será muy difícil su control. El régimen tiene la necesidad de fomentar esta forma de producción y servicios y con ella está engendrando la oposición económica, la que no podrá controlar con hostigamiento, al igual que a la disidencia política.
Este impacto comienza a inicios de 2013 con la nueva Ley Tributaria, que cambiará los tipos de impuestos, los procedimientos y los montos a pagar. No obstante, es importante que se hagan otras modificaciones, sobre todo en la solicitud y trámite de permisos para poder emprender nuevos negocios.
A pesar de que aún está por diseñar un modelo económico para el sistema, con el tiempo y las presiones que esta oposición generará, el ambiente productivo puede cambiar a algo mucho más parecido a una economía de mercado y el régimen tendrá que adaptarse a esa nueva realidad.
La Habana, 27 de diciembre de 2012