LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -Entre los presos del año 2003, del Grupo de los 75, se encontraba Miguel Valdés Tamayo, al que todos cariñosamente le decían “Miguelito”. Desafortunadamente, falleció el 10 de enero de 2007, producto de un paro cardíaco. Él tenía serios padecimientos en el corazón y debido a ello lo habían licenciado de la prisión, en el año 2004, de forma extrapenal, se encontraba en el momento de su deceso, hospitalizado.
Miguelito vivía en Párraga, municipio de Arroyo Naranjo, dejó un hijo que ya es un adolescente. Su característica principal era la sonrisa, siempre la tenía a flor de labios y era una persona muy jovial, se llevaba bien con todo el mundo, esto lo hacía popular.
Él solía, caballerosamente, acompañarme a la mayoría de los lugares que yo visitaba, y entre ellos accedía a Internet conmigo y otros disidentes, en una embajada. En varias ocasiones cuando salía a buscar el ómnibus para ir de regreso a su casa, los agentes de Seguridad del Estado lo paraban y le quitaba toda la información que había logrado copiar en papel. Eran tiempos en que apenas se conocía la memoria flash y muy pocos disidentes tenían una.
Un día –ya cansado de estos procedimientos de la policía política- decidió poner basura dentro de una jabita (bolsa de plástico). Él salió de la embajada acompañado de Félix Bonne Carcassés, a pie; y yo me iba –apresurada- en un auto para una reunión pendiente. Los dos: él y Bonne fueron parados por oficiales de la Seguridad del Estado a una cuadra aproximadamente del lugar donde estábamos. ¡Cuál sería la sorpresa del joven “seguroso”! Él pensó llegar con un trofeo a la Unidad y se encontró que tenía desperdicios de comida en la jabita. Se puso muy furioso con Miguelito.
En el auto en que me iba, lo recogí a la vuelta de la manzana; le grité: “Miguelito apúrate que no se puede estar parqueado aquí, que es una vía expedita”. Se subió al carro y dejando atónitos a los oficiales, fue para mi casa. Después cuando salió de mi apartamento en compañía de un “personaje oscuro” que ni merece la pena recordar, lo detuvieron en la calle, los mismos oficiales que estaban cerca de la embajada. Lo condujeron a la Estación de Policía de la Avenida de Acosta, en el municipio 10 de Octubre, y una vez allí, uno de los oficiales lo inquirió y le dijo: “Como tú tienes tanto deseo de limpiar, te voy a dar una escoba para que barras la Unidad”.
Felizmente solo lo tuvieron allí retenido un par de horas, pero como es natural Miguelito no barrió. Sin embargó pensó que en la próxima visita a Internet llevaría una “jabita” para recoger los papeles sucios del baño. No fue necesario, no lo volvieron a molestar.
En esta anécdota veo una moraleja, que él supo aplicar muy bien y que se deja de legado a toda la oposición: “A los represores hay que subirles la parada, y que sean ellos los que se pongan bravos y se disgusten”.
Este pequeño homenaje a la memoria de Miguel Valdés Tamayo, tiene además de lo que pueda ser una enseñanza, la solicitud de que el próximo día 10 de enero, en la medida de las posibilidades de los diferentes grupos, sea recordado, porque además es el único miembro del Grupo de los 75 que ha desaparecido físicamente.
Apliquemos lo que dijo nuestro Héroe Nacional José Martí: “Honrar, honra.
La Habana, 8 de enero de 2013