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"La tuberculosis -una cruda y triste verdad- que ha encontrado su principal caldo de cultivo entre los pobladores de la prisión Kilo 7. "
Según datos estadísticos recientes aportados públicamente por la Dra. Yulia Nela Gutiérrez Beltrán, jefa de servicios médicos de esta cárcel centro oriental cubana; el 60% de la población penal aquí confinada, es portadora del bacilo de Koch, una bacteria que ataca el sistema respiratorio. El pasado mes de junio se efectuó un levantamiento y se están tomando las medidas preventivas con el tratamiento sistemático de fármacos, como el isoniasida. “Solicitamos a aquellos reclusos que empiecen a expectorar flemas con residuos sanguinolentos soliciten de inmediato la atención de un médico, para que se pueda diagnosticar el tratamiento que requiere, de acuerdo al grado de incubación de la enfermedad”; concluyó su exposición la facultativa quien exponía una charla profiláctica, por las barracas del penal.
Solicitando la palabra intervino el recurso Jorge Rodríguez Recio, para plantear: “Doctora, su charla está muy bonita, muy preventiva, el problema está en lograr que los funcionarios te lleven al médico, y si logras que te lleven, es un milagro que exista un médico; y si existe el médico es difícil que te atienda. Aquí en Kilo 7, para que te atienda un médico hay que picarse las venas”.
Argumentó el recluso Wilber Enderson Ramírez, de 28 años de edad: “Desde el mes de mayo estoy expectorando la sangre, desde ese mes la doctora de mi barraca Limbania Mesa Rodríguez me orientó un esputo y análisis de sangre y todavía estoy esperando que me lo hagan”. “El pasado lunes 23 de junio me volvió a atender la misma doctora y volvió a orientar lo mismo. Yo soy uno de los enfermos de tuberculosis, nadie tiene que diagnosticarlo, yo sé que estoy enfermo, los dolores en los pulmones, las expectoraciones con sangre, las fiebres y la pérdida del apetito son síntomas suficientes para haber ordenado mi aislamiento, sólo que aquí en Kilo 7, estar enfermo de tuberculosis es algo muy común y normal”.
Intervino el recluso Raúl Rosales Basán, de 38 años, quien argumentó: “Mire doctora Yulia Nela, usted sabe que desde principios de este mes de julio me ingresaron, y me aislaron en el puesto médico, pues la placa que se me hizo en el mes de junio, arrojó una lesión en un pulmón, con fiebre, con desgarramientos con sangre. Desde el día 18 de julio el teniente coronel Jesús Martínez, jefe de unidad, ordenó que desalojaran las salas de ingreso y ¿a dónde fuimos a parar los enfermos? A las barracas. Corriendo el riesgo de contaminar a unos y agravarnos otros, sin medicamentos, sin dieta alimentaria. Todos los enfermos de tuberculosis fuimos evacuados de la enfermería para venir a dormir al piso. Solo porque se acercaba el 26 de julio y el director de Kilo 7 no quería a nadie ingresado. Sin analizar nuestro delicado estado de salud y la contaminación a la que exponemos al colectivo de reclusos. Aquí en Kilo 7 nuestra salud a nadie le importa, estamos condenados a muerte”. Concluyó el recluso enfermo y desesperado.
La hipocresía, el cinismo y la demagogia, característicos del sistema y sus gobernantes en Cuba, se enfrentan cara a cara en la prisión Kilo 7. Charlas profilácticas ante la inminente verdad de la propagación de una terrible epidemia como la tuberculosis.
Jorge Alberto Liriano Linares
Activista del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a la Fundación Andrei Zajarov.