LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org
-La televisión cubana emite promociones relativas a las conductas
sociales y su enseñanza a los niños. En ellas interviene la popular
artista Aurora Basnuevo, quien hace el papel de una abuela que da buenos
ejemplos a sus nietos, mientras que los padres se comportan de forma
negativa ante los muchachos, haciendo quedar mal a la abuela. Al final
de la promoción, Aurora siempre termina diciendo: “¿Y entonces cómo
quedo yo?”
Muchos televidentes tal vez se pregunten por qué los padres de esos muchachos tienen una conducta tan inadecuada. La respuesta sería muy sencilla: porque es lo que aprendieron ellos, y es además la conducta que sus mayores les permitieron adoptar.
Esto mismo es aplicable al anuncio realizado recientemente por el Ministerio de Salud Pública, sobre la implementación –el próximo 30 de enero- de medidas organizativas para hacer más eficientes los servicios de salud, basadas en la puesta en vigor de la Indicación No.16. Todo lo que se quiere solucionar ahora con esta “iniciativa”, ha sido objeto de críticas durante años por parte de la población y de la oposición interna.
Anunció el doctor Reinol García –uno de los directivos del organismo- que en correspondencia con las transformaciones que vive la sociedad cubana actual, la Indicación no impone medidas restrictivas, pero sí organizativas. De ello puede interpretarse que el régimen ha dado orientaciones a sus ministerios para que dejen de reprimir a la población, como lo han venido haciendo hasta ahora.
Añade Reinol García que estas medidas son indispensables para ofrecer una atención con calidad a quienes asistan a los servicios de salud, y para evitar la propagación de enfermedades. Más claro no se podría reconocer que la atención de los hospitales y policlínicos está en crisis.
Entre las nuevas acciones que se tomarán, anuncia el cambio de horario en las visitas. El argumento para ello es que en cualquier horario del día hay una gran afluencia de personas en los hospitales, que además de afectar aspectos técnicos, incide en el aumento de los riesgos desde el punto de vista epidemiológico, ya que estas personas pueden adquirir enfermedades o transmitírselas a los pacientes allí ingresados, que se encuentran deprimidos inmunológicamente.
Otro aspecto que se quiere mejorar es la sobre explotación de los sistemas ingenieros en las instituciones hospitalarias, entre los que mencionan las instalaciones hidrosanitarias, como parte del confort de los hospitales. Habría que invitar a este funcionario a inspeccionar los baños sin higiene de los hospitales, donde los pacientes ambulatorios deben ir a tomar las muestras para los análisis de orina.
Según las nuevas medidas, dentro de los hospitales y policlínicos, acompañantes y familiares de los enfermos tendrán que poner “especial atención” en el cumplimiento de las normas. Por ejemplo, no se debe fumar, por lo que deberán existir letreros de advertencia, que incluya al personal médico y paramédico. Tampoco se puede ingerir bebidas alcohólicas, lo que implica un reconocimiento a lo que está sucediendo en estos momentos, de forma general.
Otra limitación es la de no hacer ruidos. En épocas pasadas, la zona de hospitales tenía prohibido el uso del claxon de los autos que por allí pasaban, y se trataba de alejar las paradas de ómnibus, cosa que no sucede hoy. No se respeta el área exterior de los hospitales y la policía no hace que se observe esta necesidad.
Y lo mejor lo dejan para el final: no se puede andar vestido con camisetas, blusas y shorts cortos y chancletas. Ciertamente, hay que ver la forma en que llegan a los hospitales algunos pacientes y sus acompañantes. Pero qué podrá exigir un régimen que no le paga salario a sus trabajadores como para que tengan ropa y zapatos adecuados.
Y todavía hay más, plantean que los agentes del orden serán exigentes con los vendedores ambulantes que entran a los hospitales, e incluso a las salas de los ingresados, ofreciendo alimentos, canastillas, celulares y otras mercancías.
Esta es una práctica que se ha permitido durante decenios. Y no está mal que la prohíban. Lo que para hacerlo, primero debieran dar buena comida en las instalaciones, y no solo a los enfermos, también a los médicos y al personal paramédico. Igualmente deberían aumentar las ofertas en las ventas de ropas para los bebés recién nacidos, ya que las posibilidades que brindan por la cartilla de racionamiento son pocas y de muy mala calidad. Si las personas no tienen lo que necesitan, lo seguirán comprando donde se lo vendan al precio más asequible.
Claro que después de analizar todas las circunstancias que inciden negativamente sobre la aplicación de estas nuevas medidas, el portavoz del ministerio, el Director de Atención Médica del MINSAP, tendría que preguntarse: ¿Y entonces cómo quedo yo?
Muchos televidentes tal vez se pregunten por qué los padres de esos muchachos tienen una conducta tan inadecuada. La respuesta sería muy sencilla: porque es lo que aprendieron ellos, y es además la conducta que sus mayores les permitieron adoptar.
Esto mismo es aplicable al anuncio realizado recientemente por el Ministerio de Salud Pública, sobre la implementación –el próximo 30 de enero- de medidas organizativas para hacer más eficientes los servicios de salud, basadas en la puesta en vigor de la Indicación No.16. Todo lo que se quiere solucionar ahora con esta “iniciativa”, ha sido objeto de críticas durante años por parte de la población y de la oposición interna.
Anunció el doctor Reinol García –uno de los directivos del organismo- que en correspondencia con las transformaciones que vive la sociedad cubana actual, la Indicación no impone medidas restrictivas, pero sí organizativas. De ello puede interpretarse que el régimen ha dado orientaciones a sus ministerios para que dejen de reprimir a la población, como lo han venido haciendo hasta ahora.
Añade Reinol García que estas medidas son indispensables para ofrecer una atención con calidad a quienes asistan a los servicios de salud, y para evitar la propagación de enfermedades. Más claro no se podría reconocer que la atención de los hospitales y policlínicos está en crisis.
Entre las nuevas acciones que se tomarán, anuncia el cambio de horario en las visitas. El argumento para ello es que en cualquier horario del día hay una gran afluencia de personas en los hospitales, que además de afectar aspectos técnicos, incide en el aumento de los riesgos desde el punto de vista epidemiológico, ya que estas personas pueden adquirir enfermedades o transmitírselas a los pacientes allí ingresados, que se encuentran deprimidos inmunológicamente.
Otro aspecto que se quiere mejorar es la sobre explotación de los sistemas ingenieros en las instituciones hospitalarias, entre los que mencionan las instalaciones hidrosanitarias, como parte del confort de los hospitales. Habría que invitar a este funcionario a inspeccionar los baños sin higiene de los hospitales, donde los pacientes ambulatorios deben ir a tomar las muestras para los análisis de orina.
Según las nuevas medidas, dentro de los hospitales y policlínicos, acompañantes y familiares de los enfermos tendrán que poner “especial atención” en el cumplimiento de las normas. Por ejemplo, no se debe fumar, por lo que deberán existir letreros de advertencia, que incluya al personal médico y paramédico. Tampoco se puede ingerir bebidas alcohólicas, lo que implica un reconocimiento a lo que está sucediendo en estos momentos, de forma general.
Otra limitación es la de no hacer ruidos. En épocas pasadas, la zona de hospitales tenía prohibido el uso del claxon de los autos que por allí pasaban, y se trataba de alejar las paradas de ómnibus, cosa que no sucede hoy. No se respeta el área exterior de los hospitales y la policía no hace que se observe esta necesidad.
Y lo mejor lo dejan para el final: no se puede andar vestido con camisetas, blusas y shorts cortos y chancletas. Ciertamente, hay que ver la forma en que llegan a los hospitales algunos pacientes y sus acompañantes. Pero qué podrá exigir un régimen que no le paga salario a sus trabajadores como para que tengan ropa y zapatos adecuados.
Y todavía hay más, plantean que los agentes del orden serán exigentes con los vendedores ambulantes que entran a los hospitales, e incluso a las salas de los ingresados, ofreciendo alimentos, canastillas, celulares y otras mercancías.
Esta es una práctica que se ha permitido durante decenios. Y no está mal que la prohíban. Lo que para hacerlo, primero debieran dar buena comida en las instalaciones, y no solo a los enfermos, también a los médicos y al personal paramédico. Igualmente deberían aumentar las ofertas en las ventas de ropas para los bebés recién nacidos, ya que las posibilidades que brindan por la cartilla de racionamiento son pocas y de muy mala calidad. Si las personas no tienen lo que necesitan, lo seguirán comprando donde se lo vendan al precio más asequible.
Claro que después de analizar todas las circunstancias que inciden negativamente sobre la aplicación de estas nuevas medidas, el portavoz del ministerio, el Director de Atención Médica del MINSAP, tendría que preguntarse: ¿Y entonces cómo quedo yo?