Por Martha Beatriz Roque Cabello
Hay un contraste en la presentación que hace Raúl Castro de los dos nuevos benefactores del totalitarismo: José Ramón Machado Ventura y Julio Casas Regueiro. Del primero dice lo que no se puede callar, por ser una voz popular: … “¡es muy exigente! A fuer de sincero a veces le he dicho personalmente que exige no con los mejores métodos, a veces”. Sin embargo del segundo expresó: … “no recuerdo haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de consideración al compañero Julio Casas”…
En el discurso de clausura, el presidente Castro se refiere a la importancia de la disciplina y a la necesidad de respaldar a los que son exigentes, ayudándolos a mejorar sus métodos y apoyarlos resueltamente ante el colectivo. ¿Es que acaso Machado Ventura con 77 años de edad y 50 de malos métodos, los va a mejorar?
Señala Raúl que no habla de extremismos, ni de aceptar abusos de autoridad o injusticias, sino que todo el mundo haga correctamente la parte que le corresponde. Este punto habría que aclarárselo bien, a quienes les dan órdenes a los carceleros y les permiten golpear y torturar a los presos, utilizan para su bienestar la poca comida que tienen asignada y no les dan la correcta atención médica. También a las fuerzas represivas de la policía política, que golpean constantemente a los disidentes que se atreven a salir a las calles, no importa que sean mujeres.
Se fortalecería la disciplina y el orden social, como quiere el nuevo –pero viejo- Presidente, si el propio gobierno cumpliera con las leyes que hace, en particular con la Constitución de la República. Aunque no se esté de acuerdo con ella, hay que decir, que los mismos que la hicieron ni siquiera la respetan. Existen regulaciones, reglamentos, etc., que no tienen un documento que indique que se ha legislado al respecto; son simplemente el reflejo de lo que “alguien” dispuso hacer una vez y sin ningún mandato jurídico se sigue haciendo.
Al referirse al partido, después que recordó que según el artículo 5 de la Constitución es la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, dijo que tenía que ser más democrático que ningún otro. Como siempre, para no perder aquella costumbre de que en Cuba, todo es mejor que en el resto del mundo. Por primera vez en el discurso, mencionó la libertad de expresión: … “todos tienen oportunidad de expresar sus criterios”… Continuó formulando: “No hay que temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra”… “Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones”… pero a partir de aquí comienza a condicionar esta libertad de expresión, al hecho de apoyar el sistema, implícito en lo que añadió seguidamente: …“si es encausado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad”.
Es por eso que dejó claro que las críticas surgidas del estudio y reflexión de su discurso del 26 de julio del 2007 en Camagüey, formaban parte de un debate dentro del socialismo, y como prueba dice que están las elecciones del 20 de enero. Esas que todos sabemos nadie fue a elegir nada, pues ya los 614 diputados nacionales estaban nombrados.
Para Raúl Castro, los que demandan sin valorar si dicen algo racional o descabellado, coinciden como norma, con quienes reclaman derechos sin jamás mencionar deberes. Lo que implica que lo que se pide tiene que estar dentro de los cánones del “socialismo”.
Aquellos que estuvieron siguiendo el discurso y que hasta ese momento pensaron que se trataba de una apertura a la libertad de expresión, debieron quedar defraudados cuando cambia drásticamente las formas implícitas, y expresa: “No les negamos el derecho a expresarse, siempre que sea en el marco de la ley”.
Habría que preguntarse ¿cuál ley? Porque se sabe que la Constitución de la República en su artículo 62 deja claramente establecido que cualquier libertad reconocida a un ciudadano no puede ser ejercida si va en contra de la existencia y fines del Estado socialista.
Y como siempre, se refiere a los que disienten, como enemigos que están al acecho permanentemente, dispuestos a aprovechar el menor descuido para hacerle daño a la “Revolución”, con mensajes dirigidos a engañar o al menos crear confusión.
Aquellos que piensan que estamos en un momento en que se puede criticar al gobierno y que oiga, se equivocan. La oposición interna y el exilio han venido diciendo todo lo que está mal hecho y sus soluciones y no ha querido ser oída.
Los que dirigen el país saben perfectamente qué es lo que hay que hacer para mejorar el nivel de vida de la población y sus libertades, no es necesario decírselo, sólo tendrían que tener la voluntad de solucionar los problemas y eso es precisamente lo que falta.
De la Constitución de la República de Cuba:
Artículo 5.- El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista- leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.
Artículo 62.- Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines del Estado socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. La infracción de este principio es punible.